Autor/a extranjero/a · Narrativa

El baile de las locas, de Victoria Mas

El baile de las locas (Salamandra, 2020), de Victoria Mas y traducido por José Antonio Soriano Marco.

Bailar consiste en apoyar repetidas veces los pies sobre una superficie. Se posen con delicadeza o con golpes fuertes, el cuerpo y la tierra entran en contacto estrecho con cada movimiento. Bailar consiste, por tanto, en tener los pies en el suelo y no olvidar que la gravedad empuja hacia abajo. En El baile de las locas (Salamandra, 2020, con traducción al castellano de José Antonio Soriano Marco), las mujeres ingresadas en el hospital psiquiátrico de la Salpêtrière de París organizan un baile cada mes de marzo, donde tienen la oportunidad de disfrazarse y mezclarse con la aristocracia de la ciudad. El doctor Charcot defiende su celebración porque así esas mujeres quedan igualadas con las del resto de la ciudad. Sin embargo, parece más una muestra de poder: estáis pegadas al suelo, no podéis volar ni liberaros.

Esta es la primera novela de Victoria Mas (Francia, 1987), con la que ganó el Premio Renaudot des Lycèens en 2019, entre otros. Situada en París entre febrero y marzo de 1885, El baile de las locas está protagonizada por Eugènie, una chica de buena familia, y por Louise, una joven epiléptica ingresada en la Salpêtrière. Alrededor de ambas se despliega un amplio abanico de personajes de todo tipo: desde el joven Théophile, hermano de Eugènie y de buen corazón, hasta Genévieve, una mujer condicionada social y laboralmente para actuar de una manera determinada que encuentra las razones suficientes para rebelarse.

La situación de las mujeres dentro del hospital psiquiátrico no es buena, pero el centro supone un refugio para algunas de ellas que, extramuros, quedarían desamparadas. Fuera, sin embargo, la mujer tampoco tiene grandes oportunidades más allá de buscar matrimonio y dedicarse a las tareas del hogar. Por eso, Eugènie, una joven con curiosidad por el conocimiento y con un poder especial, decide rebelarse contra la sociedad patriarcal, al igual que otras mujeres de la historia, y son castigadas por ello.

Dentro de la Salpêtrière, la mujer se entiende como un objeto de exposición o recipiente de pruebas. Son contenedores de enfermedades y defectos que los hombres deben corregir. El sueño de muchas internas es salir de allí y llevar vidas como el resto de las mujeres, puesto que están ingresadas allí con una dudosa locura, más bien con el objetivo de deshacerse de ellas y condenarlas al ostracismo. Además, la imagen que se tiene de las mujeres fuera de la Salpêtrière difiere del ambiente real que hay dentro y de la actitud de todas ellas. Tal y como dice la narradora omnisciente: «Mitad manicomio, mitad prisión, la Salpêtrière acogía todo aquello que París no sabía manejar: los enfermos y las mujeres».

«La enfermedad deshumaniza», dice también, y convierte a las mujeres internas en locas, obligándolas a desprenderse de sus posibles categorías de «hija», «madre», «hermana», «esposa» o «amiga». Ya no son nada de eso y no pueden dar ni recibir amor. Locas, solo locas. Entre ellas, mujeres cuyo único valor para sus padres es el estatus social que ocupa su marido, por lo que si deciden no casarse estarán cometiendo un grave daño al apellido. Ante la boda sí o sí y la posterior sumisión de por vida a la palabra emitida por boca masculina, hay mujeres que deciden rebelarse y decir «no», pero reciben represión como respuesta.

Esta falta de libertad de pensamiento y de expresión la advertimos sobre todo en el personaje de Eugènie, cuyas palabras sientan como dardos venenosos a su padre. Ella aspira a mezclarse entre los hombres de París como uno de ellos, ya que como mujer no es bienvenida y no le está permitido participar en la vida filosófica de la ciudad.

El baile de las locas invita a plantearse si la evolución de la sociedad occidental en apenas un siglo y medio ha sido óptima en términos de igualdad de género, pero también en cuanto a no tachar de locos (al menos no ingresarlos en un hospital psiquiátrico sin razones) a personas que hablan o creen en asuntos impopulares. Mas introduce en esta novela otros temas interesantes como los avances de la ciencia, el poder de los libros y el valor de las promesas. Reivindica la igualdad y el feminismo y hace una crítica muy feroz al machismo, a la sociedad patriarcal y a la religión. Incluso en épocas de tinieblas se atisba alguna luz. Si bailamos y estiramos los brazos, con suerte, podremos alcanzarla. Así, los pies seguirán moviéndose pero no pisarán más el suelo que los encadena.

Las comparaciones son odiosas o… si te gustó este te gustará aquel (siempre salvando las distancias): No debería decirlo en esta sección, que es solo para recomendar libros o películas que me hayan recordado al libro reseñado, pero no me puedo aguantar las ganas: Vaya librazos está publicando Salamandra de unos años a esta parte. Hala, dicho esto he de aclarar que este libro no me ha recordado a ningún otro con claridad, aunque puedo recomendar ya que estoy escribiendo esto Penélope y las doce criadas, de Margaret Atwood, de la misma editorial y con el mismo mensaje reivindicativo, solo que basado en un mito griego. También La otra verdad, de Alda Merini, una mujer ingresada en un hospital psiquiátrico por su marido, no te lo pierdas. Creía que la protagonista podía recordarme a la de Los renglones torcidos de Dios, de Torcuato Luca de Tena, porque me engañaría, pero no, los tiros no van por ahí en este caso, pues la salud de la protagonista se vislumbra desde el principio y el misterio es otro.

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