Las manos pequeñas (Anagrama, 2008), de Andrés Barba.
La pequeñez de las manos no impide que el juego siga desarrollándose.
Las manos pequeñas (Anagrama, 2008), de Andrés Barba, es un libro tremendo, impactante, pese a su brevedad. En él nos encontramos a Marina, una niña de siete años que, desde el comienzo de la novela, aprenderá a repetir que su padre murió en el accidente y su madre en el hospital. Porque sí, la novela comienza con un accidente que mata a sus padres y la hiere a ella en las costillas y que le dejará una cicatriz fea en el hombro.
Al morir sus padres, Marina llegará a un orfanato tras un breve paso por el hospital. Allí, entrará en contacto, como si nunca antes lo hubiera estado, con varias niñas de su edad y varios adultos que no se nos presentan ni demasiado cariñosos ni autoritarios. Marina entra siendo la rara y, poco a poco, se gana la admiración del resto de las niñas, que la adoran como a una diosa, tal y como se dice en la excursión que hacen al zoo, donde si Marina les hubiese dicho que se lanzaran a los lobos del zoo, ellas lo hubieran hecho.
La historia se nos cuenta desde el punto de vista de las niñas, desde fuera de Marina, que es ese ente que se pasea entre ellas con una muñeca que no tardará en desaparecer de sus manos. A partir de esta desaparición, Marina se rebelará contra la autoridad al negarse a comer durante treinta horas, rechazando las intentonas de los adultos para que coma. Esta desobediencia hará que las niñas la adoren.
En un pasaje del libro, en el viaje al zoo, aparece un pavo real, precisamente el símbolo más importante del anterior libro reseñado en este blog del que todavía estoy recuperándome por su belleza. Me gusta encontrarme referencias a otros libros leídos en los que voy devorando.
Este libro me recuerda mucho a República luminosa (Anagrama, 2017), del mismo autor, el cual reseñé hace unos meses en el blog. Se ve que al autor le atrae el tema del salvajismo, de la infancia y de sus aspectos más oscuros. Y digo «oscuro» porque Marina inicia un juego en un momento determinado. Este consiste en que, cada noche, una de las niñas se convertirá en muñeca. Esto implica que no podrá hablar ni moverse, y que quedará a merced de las demás niñas, que la maquillarán y le contarán sus secretos inconfesables (confiando en el mutismo propio de una muñeca, claro).
Este juego se desarrolla sin aparentes contratiempos, por la noche, cuando los adultos creen que las niñas duermen, Marina dirige a las niñas como el director a la orquesta con la batuta. Sin embargo, una de las noches decide Marina convertirse en la muñeca. Las demás niñas se niegan, porque fue Marina la creadora del juego, pero ella presiona y al final consigue ser la muñeca. Entonces, este juego tan infantil como macabro clausurará la novela.
Marina ya había visto escrito en su mesa la palabra «PUTA» y empezaba a sentirse la tensión en el ambiente en el que convivían ellas y las demás niñas. De hecho, Marina había pinchado con un cuchillo a una de las «niñas muñeca» una de las noches, haciéndola sangrar, lo que nos indica que el juego estaba tomando derroteros no habituales. El caso es que, mientras golpean a Marina y esta se resigna a mantenerse callada cual muñeca, una de las niñas le confiesa el secreto de que fue ella quien le robó a su muñeca y quien se la rompió aquel día.
Es ahí cuando Marina se rebela, sale de su estado de muñeca para gritar, pero las demás niñas le tapan la boca (la propia narradora se pregunta quién fue quien la calló) y (¡ALERTA SPOILER!) acaban con su vida en mitad del juego macabro (creo que ésta es el adjetivo adecuado para describir la situación).
Puede parecer una novela sin interés, e incluso así es durante casi todo el libro, donde vamos tomando contacto con las niñas y su opinión sobre Marina, pero en las últimas líneas, la historia toma un giro increíble (yo lo veía venir). Admiro la capacidad de Barba de describir estos momentos finales con una destreza y una fortaleza literaria increíbles. De hecho, conocí este libro en una noticia que redactó un periódico extranjero sobre los mejores autores y autoras de lengua no inglesa (creo recordar que era sobre eso) y opté por comprarme este libro y, desde luego, no me ha decepcionado, porque en las páginas que tiene alberga mucha buena literatura y un ritmo trepidante que nos conduce inexorablemente al final.
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