Bonsái & La vida privada de los árboles (Anagrama, 2016), de Alejandro Zambra.

No es lo mismo escribir una reseña para mi blog que hacerlo para un medio digital que no es mío. Aunque lo fuera, tampoco escribiría como lo hago aquí. Digo esto porque solo en mi blog puedo permitirme sin sonrojarme, al menos por ahora, anécdotas relacionadas con algunos libros que leo.

Mi hermano está en la época de querer comprar un bonsái —yo también pasé por ahí, y de hecho lo tuve—, y esta época suya coincidió con mi lectura de Bonsái & La vida privada de los árboles (Anagrama, 2016). A veces la vida es así. Son dos libros en uno del escritor Alejandro Zambra (Santiago de Chile, 1975), dos historias llenas de ternura y drama de ritmo lento y alguna analepsis.

En Bonsái, el protagonista se llama Julio. Es un joven silencioso, según nos cuenta el narrador en tercera persona que desarrolla la historia desde su posición privilegiada. Desde ahí contempla la juventud de Julio y Emilia, su relación y la posterior muerte de ella —esto no es un spoiler porque se dice al principio—. El bloqueo y la tristeza de Julio inundan el resto, construyendo un texto esponjoso que puede llevar a las lágrimas. Tras este hecho trágico, Julio se dedica a ver crecer un bonsái en casa ante el pathos existencial que padece.

La vida privada de los árboles, por su parte, es una historia más extensa y con menos descansos narrativos que Bonsái. En ella, los protagonistas se llaman Julián y Verónica y trata sobre la espera y el inexorable paso del tiempo —me encanta poner el adjetivo «inexorable» a la expresión «paso del tiempo», creo que ninguno encaja ahí mejor que ese—.

Los títulos de ambas historias breves son muy «arboríferos» y, aunque sean diferentes, incluso sus protagonistas se llaman de forma parecida —Julio y Julián— y comparten similitudes en sus respectivas historias. En ambas destaca la figura del bonsái que los dos adoran y, de hecho, Julián debía haberse llamado Julio al nacer, según se nos cuenta en La vida privada de los árboles.

El comienzo de la primera novela es una bofetada de tristeza. Nos presenta a dos jóvenes diferentes, pero que encajan. Se funden, se aman y son felices, que en esa edad y en la vida en general debería ser lo importante. Zambra construye estas historias sin adornos rimbombantes, tan solo un estilo limpio y claro que expone el amor, el sexo y, quizás, la felicidad de dos seres humanos. Es una novela un poco lúbrica, pero no hay que asustarse, puesto que el drama y el halo melancólico opaca el resto. En realidad, viene a decirnos Bonsái, solo merece la pena conocer y relacionarse con otra persona si te cambia la vida: si te la destruye y reconstruye con mimbres nuevos.

La vida privada de los árboles, sin embargo, se centra más en la amistad y en el acto de la escritura que en la relación sentimental de Julián y Verónica. La lectura y la pasión por la lectura, el exilio de una juventud que emigra hacia mejores oportunidades, la melancolía, el dolor de la pérdida y el paso del tiempo ponen color a estas historias. Son sentimientos, a veces, que arrasan con personas y recuerdos. Aquí se narran hechos trágicos que hacen mella en los protagonistas y en el lector y siempre hay alguna mujer que no llega, que no está o que deja de estar.

Cuando entras en una familia ya formada por un miembro divorciado y algún vástago, por ejemplo, solo podrás decir que perteneces a esa familia si el infante de la familia te incluye en sus dibujos infantiles. Eso le ocurre a Julián, de La vida privada de los árboles, cuando la hija de su pareja le dibuja sobre un papel. Es un acto hermoso que refleja la infancia y el amor, uno de tantos detalles que hacen de este libro algo espléndido.

En ambas novelas breves prevalece la exposición de vidas y dramas entrecruzados que conforman relaciones humanas inesperadas aunque, en realidad, todas las relaciones humanas son inesperadas. Las miradas tristes al pasado y a la familia se unen, así, a la introspección y el análisis de la conducta humana, todo ello narrado con líneas suaves. Al final, la belleza de la música de Violeta Parra engalana ambas novelas, creando un marco lírico que recoge historias que se hacen realidad y ficción al mismo tiempo.


2 respuestas a “Bonsái y La vida privada de los árboles, de Alejandro Zambra

  1. Avatar de Maite Ruiz
    Maite Ruiz

    Querido, Mario, esperando tu recomendación semanal como agua de Mayo. Me encanta la pasión con la redacta tus artículos. Me he quedado con INEXORABLE, a mi también me encanta y su sonido hace que la diga y repita y me hace llegar al pensamiento la primera vez del instante que se la escuché decir a un amigo poeta, ya fallecido, en unos tertulias literarias que mantuvimos hace unos años y que fue muy especial y que su amistad creó esos mimbres nuevos que tú hablas y que siempre perdurarán en ése tiempo, inexorablemente. 😉
    Ya sabes que lo añado a mi lista de lecturas y expresarte que eres un encanto de persona y que de mayor quiero ser como tú. Un abrazo afectuoso y que tu pasión por la literatura inunde el infinito del tiempo venidero. Hasta la próxima.

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    1. Avatar de Mario

      Maite, si tú esperas como agua de mayo mi reseña de cada lunes, yo espero tu comentario siempre interesante y con tan buenas palabra que me animan a seguir en un mundo del blog que, por lo demás, está bastante desierto. Inexorable es una palabra impactante cuando la escuchas por primera vez y tienes ese interés por las letras y el vocabulario e, inevitablemente, te marca. Gracias siempre, Maite 🙂

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