Autor/a español/a · Narrativa

Cara de pan, de Sara Mesa

Cara de pan (Anagrama, 2018), de Sara Mesa.

La primera vez la coge tan desprevenida que se sobresalta al verlo.

Comienzo de Cara de pan, de Sara Mesa

Cara de pan (Anagrama, 2018), de Sara Mesa, es un libro que se cruzó en mi camino varias veces durante los últimos meses de 2018. Lo vi recomendado en revistas literarias, en diferentes blogs literarios, por supuesto en las redes sociales… Lo vi catalogado como uno de los mejores libros del año en español y, claro, Anagrama es una editorial que me encanta, y Sara Mesa una autora a la que me obligué a descubrir hace unos años a raíz de su libro Cicatriz (libro que todavía no tengo, por cierto, mea culpa). En fin, los planetas se alinearon y yo me compré esta novela.

He de admitir que la sinopsis también tuvo mucha culpa, pues me atrajo bastante, y tenía interés por ver cómo orientaba Mesa una relación entre una chica de casi catorce años y un señor de más de cincuenta, una relación que podría parecer turbia a ojos de cualquiera. Quería evitar que tuviera cualquier parecido con Lolita de Nabokov, y me alegré de que, efectivamente, no se pareciera más que de lejos.

Cada libro que termino me otorga un poco más de madurez literaria. Es por eso que, con todos los libros que ya he leído, me creo en la facultad de poder decir ciertas cosas sobre detalles que veo en cada libro nuevo que leo. Hay muchos libros en los que encuentro mucha belleza narrativa. Para que nos entendamos, hay libros en los que encuentro un relleno importante que sería digno de crítica si no fuera porque es un relleno sabroso lleno de metáforas y de un lenguaje poéticamente exquisito. Por ahí se libran muchos de ellos.

En este libro, interpreto y considero que Mesa no utiliza apenas este lenguaje, lo cual tiene mucho mérito, pues con esto quiero decir que esta novela no tiene relleno ninguno, que es todo tan natural, tan fluido, que se deshace en la boca y no se hace bola. La autora consigue narrar la historia atravesando el término medio y evitando tanto el relleno poético como los párrafos telegráficos (he de decir que preferiría en todo caso el primero al segundo).

Con respecto a la historia en sí, en ella encontramos a una chica de casi catorce años llamada Casi. Y a un señor de unos cincuenta o poco más al que ella decide llamar Viejo. Ella falta todos los días al instituto, y en ese tiempo se esconde entre unos matorrales del parque para, por ejemplo, leer una revista. Hasta que un día el Viejo se hace su amigo. Al principio, la tensión se palpa en el ambiente, ella desconfía del interés de él hacia ella imaginando un posibles interés sexual. Pero, con el paso del tiempo, esta relación se irá afianzando.

El Viejo le confesará ser un amante de la música de Nina Simone y de la ornitología. De algún modo, interpreto que los pájaros que él ama observar y que ella aprende a entender es un símbolo de libertad que ambos anhelan. Por eso incluso sueñan con irse a vivir los dos solos a una casa de campo donde poder contemplar los pájaros sin que nadie les moleste. Pero la realidad está de frente, viene a gran velocidad y sin frenos. Y Casi y el Viejo lo saben, pero prefieren callar.

Casi al final de la novela, la historia se torna un poco trágica, pero no demasiado. Mesa sabe paliar los acontecimientos con unos reflejos literarios exuberantes, para recoger nuestro anhelo lector y reconducirlo por un camino sin espinas. Así derivamos al final de una obra sin grandes giros, sin apenas acción, pero con una carga sentimental no explícita que se sale por los lados del pequeño libro.

En la portada, la niña se acurruca entre pájaros para parecer invisible, para que no la llamen más «cara de pan», para superar la adolescencia y para ser un poco más libre. A lo lejos, fuera de las fronteras de la portada, el Viejo la contempla y la ayuda aunque el resto de mayores lo culpen y desconfíen de él. Aun así, él y ella, anhelantes de libertad y felicidad. Y yo aquí, deshaciéndome para deciros en definitiva que esta es una historia bella, quizás no tanto como me la anunciaron, pero aun así conmovedora por cómo demuestran su amor dos personas aparentemente tan distintas y socialmente tan separadas. Tiene algún que otro matiz que me encantaría resaltar, pero prefiero dejarlo en sus manos.

3 respuestas a “Cara de pan, de Sara Mesa

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