Los volátiles del Beato Angélico (Anagrama, 1991), de Antonio Tabucchi y traducido por Javier González Rovira y Carlos Gumpert Melgosa.
Oremos a Tabucchi.
Los volátiles del Beato Angélico (Anagrama, 1991), de Antonio Tabucchi y traducido por Javier González Rovira y Carlos Gumpert Melgosa, es un libro que vi en alguna parte y que me cautivó. Las portadas donde salen cuadros antiguos me llaman la atención, y un título tan extraño como este me terminó atrapando.
Este es un libro que engloba diferentes textos del autor, algunos de apenas tres páginas, otros de más de veinte. El título del libro es el de uno de los textos que lo compone. Entre los textos que aquí encontramos apenas hay reflexiones puras del autor, pues suelen ser pequeños cuentos.
En muchos de estos cuentos hay una gran carga de religiosidad, y no solo católica. Por ejemplo, en uno de los textos del principio encontramos una relación epistolar (cartas por supuesto ficticias) entre personajes históricos que no coinciden en el tiempo. Me ha llamado la atención el interés que tiene Tabucchi hacia España, pues dos de los destinatarios de dichas cartas eran españoles, desde el famosísimo Goya hasta la atípica Pasionaria. Además, nombra en diversos momentos a España en algún que otro texto.
Son relatos los que aquí se encuentran que me recuerdan en cierto modo a la solemnidad narrativa de Hesse más que a Zweig. La mayoría de estos textos me han resultado tan entretenidos como cualquier tratado sobre paleobotánica (con todos mis respetos hacia esa bellísima profesión que no es de mi interés, es decir, ninguno).
El último cuento, el más largo de todos, sí ha resultado muy atractivo. De hecho, si algo he de salvar de este libro que se me presentó como extraño e inaudito es este texto inspirado en la antigüedad griega y que tan bien he sabido apreciar (menos mal, porque si no vaya desastre de lectura) gracias a mi amor por el mundo grecolatino y a la belleza con la que está construido y por el final tan emotivo (porque se descubre el quid de la cuestión, lo que viene a ser la gracia del cuento).
Tal y como se dice en la contraportada, este es un libro «inclasificable». Desde luego, es un espécimen extrañísimo digno de analizar en profundidad. Me esperaba mucho más de él, no puede decirse que mi primera vez con Tabucchi haya sido maravillosa, la verdad, aunque ahí tengo su obra estrella Sostiene Pereira esperándome para ser abordada cuando tenga tiempo y se restauren mis esperanzas en Tabucchi. Mientras tanto, para la próxima reseña habré cambiado de editorial y habré girado hacia un libro de humor de autor español. No digo más.