Autor/a extranjero/a · Narrativa

Nunca me abandones, de Kazuo Ishiguro

Nunca me abandones (Anagrama, 2017), de Kazuo Ishiguro y traducido por Jesús Zulaika.

Nunca abandones los libros de Ishiguro, por favor.

Nunca me abandones (Anagrama, 2017), de Kazuo Ishiguro y traducido por Jesús Zulaika, es un libro que acogí relamiéndome. Ishiguro ya me deleitó con El gigante enterrado, el primer y único libro suyo que había leído hasta el momento y que se convirtió en uno de mis libros favoritos (lo leí un mes antes de que le otorgaran el Premio Nobel de Literatura, mira por dónde). Creía que este libro suyo iba a ser otra maravilla. Pero es difícil igualar a El gigante enterrado. No es que me haya decepcionado, porque es difícil que Ishiguro decepcione, pero este libro toma otro camino diferente y no se centra tanto en el ambiente de la historia, sino que se centra más en los personajes.

Este es un libro escrito por un hombre y protagonizado por una mujer, algo que me gusta destacar como bien sabrán los seguidores fieles de mi blog, porque suele ser atípico, pero cada vez lo voy encontrando más a menudo. Es un libro que me ha recordado, sobre todo al principio, a El jardín dorado, de Gustavo Martín Garzo (también escrito por un hombre y protagonizado por una mujer, pero no solo por eso, sino por el polvo de hadas que parece envolver toda la historia y la infancia de los protagonistas).

La novela está narrada en todo momento por Kathy, una chica que comienza repasando su infancia en un centro especial, donde crecen niños sin padres, donde dibujan y escriben poemas para que una misteriosa mujer se los lleve y donde tienen un futuro seguro: serán donantes. A mí me chocó al principio, pero intentaré resumir lo más claramente posible este dilema. Resulta que Kathy y sus compañeros son clones de otros humanos que existen, y han sido «creados» para servir a los verdaderos humanos (a los que no son clones, porque Kathy y los que son como ella son considerados humanos de segunda) y donarles sus órganos, con el fin de, aunque se sacrifiquen los clones, puedan sobrevivir los ‘verdaderos’ humanos.

Así, Kathy nos cuenta su infancia en Hailsham, el centro donde creció entre misterios sobre el futuro, el amor, su amistad y sus peleas temporales con Ruth y Tommy, su aprendizaje sobre el sexo, etcétera. Si el lector va buscando acción, ha escogido el libro equivocado. En El gigante enterrado (los comparo constantemente, lo siento) sí se nos cuenta el viaje de los dos protagonistas, que se van encontrando con personajes excéntricos y situaciones de lo más variopintas.

En este caso, el viaje no es tanto espacial como temporal y con más calma, sin apenas sobresaltos, pero con mucho condimento emocional. De hecho, en la mitad del libro consideré que no me iba a aportar nada y que el final me decepcionaría. Sin embargo, cuando llegó el final, sentí un nudo en el pecho. Aun sabiendo que podría haberme gustado más, el libro me dejó emocionalmente tocado. Porque el final es tan desolador, tan triste, tan sutilmente melancólico, tan silencioso, que no puedes evitar que te erice la piel ver cómo la protagonista, tras dejar atrás su pasado y de haber perdido a sus amigos, decide emprender un viaje a ninguna parte en ese mundo tan futurista (pero no por ello imposible de aquí a unos años).

Es un libro que, indudablemente, si se leyera con otro fin, levantaría ampollas y generaría controversias éticas sobre lo que se hace en ese mundo. De hecho, los propios protagonistas se rebelan contra el mundo que les tiene, si no miedo, sí un poco de asco, y que quiere mantener las distancias con esos clones, humanos de segunda, que tienen que dar sus órganos (y, en definitiva, la vida) para los humanos de primera.

No me esperaba que Ishiguro fuera capaz de escribir ciencia-ficción de una manera tan sutil y emotiva. El título del libro está basado en una canción que le gusta a la protagonista, que encontramos en diferentes partes del libro y que puedes escuchar pulsando aquí. De hecho, hay una escena en la que la protagonista, siendo una niña, pone esa canción en su habitación, y coge una almohada mientras la acuna, como si fuera un bebé. Los clones no podían tener hijos, y ella intentaba hacer como que era una madre que, tras decirle los médicos que no podía tener hijos, finalmente tenía uno y le pedía que no la abandonara (se decía que los clones no tenían alma y que no podían sentir las emociones o el arte como los humanos de primera, con esto se demuestra que no es cierto). Es tan emotiva esta escena como otras partes del libro igualmente espléndidas e iluminadas por un aura de genialidad literaria que no merece menos que el Nobel.

Han comparado a este libro con la saga de Blade runner y, bueno, puede que tengan algún parecido en común. Sea como fuere, me ha parecido una exquisitez literaria, una novela impactante escrita, sin embargo, de forma muy sutil y sosegada. De ese contraste nace la maravillosa obra de arte que os presento y que os invito a leer pronto para despertar a vuestros sentidos.

4 respuestas a “Nunca me abandones, de Kazuo Ishiguro

    1. ¡Hola!
      Me alegro de que te haya gustado la entrada. No sabía que tenía película, así que ¡me la apunto!
      Yo cometí el error de ver la película «Lo que queda del día» basado en otro libro de Ishiguro («Los restos del día») antes de leer el libro. La película me gustó tanto que tengo miedo de que el libro me decepcione y no encuentro el momento de enfrentarme a él.
      ¡Muchas gracias por comentar, un saludo :)!

      Le gusta a 1 persona

    1. Yo de Ishiguro leí primero «El gigante enterrado» y se convirtió en uno de mis cinco libros favoritos. Y de películas, solo he visto la adaptación de «Los restos del día» y fue una delicia. Es un autor grandioso.
      ¡Gracias por comentar! Un saludo 🙂

      Me gusta

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