Mientras escribo (DeBolsillo, 2000), de Stephen King y traducido por Jofre Homedes Beautnagel.
El 19 de junio de 1999, una furgoneta arrolla al famoso escritor Stephen King y lo deja al filo de la muerte. Por entonces, el escritor estadounidense estaba redactando sus memorias, recogidas en este libro, donde nos cuenta su infancia, su adolescencia, su temprana pasión por la literatura y un repaso general sobre sus obras y el proceso de creación.
Suele decirse que el Nobel de Literatura no se merece a Stephen King. Después de leer estas memorias del gran representante de la literatura de terror contemporánea, queda más que claro. En estas memorias, King se desnuda ante su público y nos narra su infancia y su juventud con mucho humor, más aún que el de esas novelas que se nos presentan como «desopilantes» e «hilarantes» y que terminan siendo «bostezantes».
Dividido en varias partes y precedidos por tres prólogos del autor, King aquí no hace rehenes y habla sobre su pasado más sórdido, sus problemas con el alcohol y las drogas, así como sus itinerantes trabajos en una lavandería y como profesor en un instituto.
Carrie fue la primera novela que publicó, nos cuenta después de relatarnos sus travesuras de niño o su trayectoria en los periódicos de la escuela o del pueblo —escribiendo sobre deportes y enviando relatos—, así como las diversas enfermedades por las que pasó siendo demasiado pequeño.
Con la edición de bolsillo de Carrie ganó 100000$ de la época, lo que supuso un subidón de adrenalina y autoestima que le llevó a seguir publicando. De hecho, narra la historia real en la que se basó para escribir su primera novela y resulta muy conmovedor. Con El resplandor llegó a su época cumbre, uno de los casos donde la película es más conocida que el libro y que supuso el culmen en la temática de terror.
Publicado en 2000, en la segunda parte de este libro King deja de lado sus memorias para centrarse en dar consejos de escritura. Habla del lenguaje, del vocabulario, de la gramática, de hacerse un plan para escribir una cantidad exacta de palabras o páginas al día. Y recalca: «Si no tiene tiempo para leer, no tendrá tiempo o las herramientas necesarias para escribir».
Para ser escritor, advierte, hay que alejarse de la televisión, del móvil —que entonces no era lo que entendemos hoy por móvil, pero lo incluyo yo—, de las ventanas, de los videojuegos, cerrar la puerta y aislarte.
Un libro que puede ser de gran ayuda para aquellos que se planteen publicar por primera vez y quieran seguir la estela del gran maestro del terror, que expone con maestría, mucha experiencia y sin tapujos sus consejos en este libro traducido por Jofre Homedes Beautnagel.