Autor/a extranjero/a · Narrativa

Sukkwan Island, de David Vann

Sukkwan Island (Ediciones Alfabia, 2010), de David Vann y traducido por Daniel Gascón.

Qué peligrosa puede llegar a ser la soledad.

Sukkwan Island (Ediciones Alfabia, 2010), de David Vann y traducido por Daniel Gascón, es un libro que vi recomendado hace relativamente poco en un blog de reseñas literarias. Y le di prioridad frente a otros que llevan esperando en mis estanterías años y años a ser leídos, lo reconozco, pero me podía la incertidumbre por conocer esta historia.

La portada tiene una ventaja y un inconveniente a simple vista: no desvela ninguna pista sobre la historia (cosa de lo que ya se encarga la contraportada), pero podía haber sido más trabajada, buscando segundas opciones. Cuando llega un momento en el que el listón de las mejores portadas se pone tan alto, cualquiera relativamente buena te parece malísima. Cuando ves esas portadas de revista del estilo de TIME o Yorokobu, no puedes conformarte con un pez despiezado, lo siento.

Este libro trata sobre un padre y su hijo adolescente que mantienen una relación distante, aunque no viven enfrentados. El padre, intentando mejorar su relación con él, decide comprar (sí, comprar) un islote perdido en el océano e irse a convivir con él allí indefinidamente. El hijo, al principio reticente, decide aceptar, sobre todo, por contentar a su padre.

Sin embargo, tal y como puede verse cuando llegan a la isla, las cosas no van a ir del todo bien. No hay más que observar al hijo desde nuestra perspectiva de lector (con la inestimable ayuda del autor que ha sabido retratar perfectamente al hijo) para comprobar que el rumbo de la convivencia (o de la supervivencia si se prefiere) no va a ir demasiado bien.

Y hasta aquí puedo contar. Padre e hijo no vivirán de manera apacible precisamente y te invito a ti, lector o lectora de esta reseña, a que descubras por ti mismo/a qué ocurre. Solo puedo decir que la situación se desmadra y que, en la mitad del libro más o menos, la historia da un giro de 180º, y al final de la historia hay otro acontecimiento que termina de rematar la trama.

Esta historia me ha recordado en cierto modo a dos novelas: La piel fría, de Albert Sánchez Piñol (hace poco convertida en película) y Sé quién eres, una novela de terror de la islandesa Yrsa Sigurdardóttir (este es el libro con el que más miedo he pasado en mi vida, totalmente recomendable). Me gustan este tipo de historias donde se pone a prueba la soledad y el enfrentamiento con uno mismo, donde tienes que luchar por sobrevivir cuando en tu casa podrías estar más que cómodo.

¿Realmente hacen las paces padre e hijo? ¿Pasa algo más que lo desmadra todo? Léela y lo descubrirás. Totalmente recomendable esta novela que te mantiene en vilo en todo momento, con el corazón en un puño esperando que la historia vuelva a su cauce natural, porque ves que todo se va al garete.

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