El vértigo de la fuerza (Acantilado, 2018), de Étienne Barilier y traducido por Manuel Arranz.
Cuando la agresividad te marea.
El vértigo de la fuerza (Acantilado, 2018), de Étienne Barilier y traducido por Manuel Arranz, es un libro que trata el tema del terrorismo en general y del yihadismo en particular, ambos son temas que me apasionan. En este ensayo, Barilier comienza hablando sobre el asesinato de varios trabajadores de la revista satírica francesa Charlie Hebdo, y nos presenta este asesinato, estos crímenes, como un deber sagrado que los yihadistas llevaron a cabo para limpiar la imagen de su dios, para honrar a un dios que ha sufrido una blasfemia. Es decir, anteponen el honor (ese concepto tan abstracto como ausente) de un dios (ese concepto tan inexistente como etéreo) sobre la vida de las personas, que es lo que realmente debería ser sagrado, al igual que la libertad.
Barilier compara a los terroristas de ISIS con los nazis, y les otorga la fuerza necesaria para acallar cualquier protesta. Una fuerza que, por cierto, es igual a la que ha utilizado el hombre a lo largo de la Historia para doblegar a la mujer. No me esperaba que Barilier, en este libro que se centra en cómo la fuerza puede provocar vértigo y en cómo con ella se intenta defender a un dios (!), también hable de la violencia machista. Y me parece imprescindible que lo haga, porque toda esta agresividad, toda esta violencia de unos sobre otros, de los poderosos y fuertes sobre los sumisos, tiene mucha relación.
Siempre, a lo largo de la Historia, se ha buscado en la figura de Dios la garantía de la superioridad masculina sobre la femenina (la mujer debía ser sumisa al hombre para tener lugar en el paraíso, en el cielo o en cualquier otro harén o utopía posterior a la vida que quiera usted inventarse, debía ser buena ama de casa, buena esposa, buena madre, y aguantar todo lo que el marido pudiera hacerle, y por supuesto nunca hacerle nada a él).
De un lado a otro, de la Yihad a Boko Haram, son grupos que utilizan la violencia como rebeldía contra el mundo occidental y contra el mestizaje con este. ¿Sabe usted lo que significa literalmente ‘Boko Haram’? Se lo voy a decir: ‘Libros prohibidos’. El único libro permitido (y, además, es sagrado) es el Corán para este grupo que utiliza la esclavitud para someter (los yihadistas muchas veces, directamente, los degüellan) a las mujeres y a los no creyentes del islam, también llamados ‘infieles’.
Así, partiendo del atentado de Charlie Hebdo, Barilier hace una crítica a la violencia en la religión en general y en el islam en particular, criticando dicha religión y cogiendo con pinzas el cristianismo y su Biblia, que también tiene tela para cortar. Barilier asegura que los musulmanes creen que su religión nació con el primer ser humano (de hecho, el presidente turco Erdogan llegó a asegurar una vez que fueron los turcos los que descubrieron América). Por eso, las ruinas y los monumentos de Mosul y Palmira, entre otros tantos, son destruidos por el Estado Islámico cuando se les presenta la ocasión, pues «aquello que no puede haber existido hay que hacerlo desaparecer».
La justificación de la violencia por la religión es clave, es fundamental para entender todo este fenómeno de violencia desenfrenada en nombre de un tal Dios que nunca ha osado a descubrirse la cara y que tanta gente parece conocer sin haberlo visto nunca. Respeto, por supuesto, todas las opiniones, pero me muestro crítico con todas las religiones desde mi trinchera de ateísmo. Desconfío de la existencia de cualquier Dios, y más aún de que existan esas «palabras de Dios» que, efectivamente, legitimen la violencia de unos sobre otros. Señores, creo que ya somos mayorcitos, que estamos en el siglo XXI, y que ya está bien de ir matándose porque a unos les gusta el blanco y a otros el negro. Sí es verdad que el Corán no legitima la violencia, tal y como dice Barilier, pero «tampoco desalienta el uso de la fuerza». Pues eso.
Este es un libro que inevitablemente me ha recordado a 2084. El fin del mundo, de Boualem Sansal (libro que no conseguí terminar de leer por su complejidad) y, en menor medida, a Sumisión, de Michel Houellebecq.
Es este un libro muy, muy recomendable. Trata temas tan de actualidad con una pluma tan afilada y crítica que me ha encantado empaparme de él. Por eso lo recomiendo encarecidamente. No deje de leer este libro y, por supuesto, no deje que ningún concepto se anteponga a ninguna vida humana.
Lee y sé libre.