La soledad era esto (Destino, 1995), de Juan José Millás.
La soledad convertida en narración.
La soledad era esto (Destino, 1995), de Juan José Millás, es un libro que me obligué a leer. Aparecía en alguna que otra lista de mejores libros en español, y claro, lo compré. Digo que me obligué a leerlo, pero realmente tenía muchas ganas, creía que iba a ser un libro de esos que encienden algo dentro de ti, de esos que dejan huella. No puedo decir que me haya decepcionado, porque un libro de Millás no me decepciona nunca, pero sí puedo decir que me lo esperaba diferente. Eso es lo malo de dictar prejuicios.
Esta novela, galardonada con el Premio Nadal en 1990, está dividida en dos partes, la primera narrada en tercera persona (un narrador externo que nos cuenta lo que ocurre) y la segunda narrada por la propia Elena, pues la segunda parte no es ni más ni menos que los diarios transcritos de Elena (por eso está en primera persona). Esta Elena de la que hablo es la protagonista de la novela. El comienzo de la misma ya nos plantea un escenario controvertido con la muerte de la madre de Elena. A partir de aquí, ella se irá descubriendo, saldrá de la burbuja y verá que no siente nada por su madre, que no llora por su muerte. Cuando sus hermanos (con los que mantiene una relación más bien distante) y ella van a la casa de la madre a repartirse las pertenencias, ella rechaza quedarse con cualquier cosa, excepto con unos cuadernos, los diarios de su madre, que encuentra escondidos y que oculta a sus hermanos.
En esos cuadernos descubre cómo era su madre, y la relaciona con cómo es ella en ese momento y con su relación con su hija, que es parecida a la que mantenía Elena con su madre. Ya es bastante visible que el tema de los padres y los hijos es muy frecuente en la novela. Sin embargo, Elena no solo pasará por la muerte de su madre, sino también por la infidelidad de su marido, y comenzará a seguirlo a través de un detective privado al que seducirá mientras mantienen una comunicación estrictamente epistolar.
Mientras se divierte encargando informes al detective, Elena se sentirá enferma casi en cada momento. Y más que cualquier enfermedad o dolor, Elena sufrirá la soledad. Aislada por su marido, ignorada por su hija y casi olvidada por sus hermanos, Elena deambulará por la vida sola, incomprendida por su marido, del que finalmente se divorciará.
De dónde venimos y adónde vamos, se pregunta alguna vez Elena a sí misma. Venimos de la soledad, de la nada, quizás, y vamos hacia la nada, hacia la soledad eterna, quizás. Y, mientras, intentamos reunirnos, congregarnos, hacer el camino acompañados, y evitar la soledad, aunque esta siempre nos aceche, siempre esté presente.
Me gustaría destacar un detalle, y es que la madre de Elena, en uno de sus diarios dice que ella vive en Madrid, pero que nació en una ciudad donde hay mar y que no quiere recordar. Destaco esto porque es una situación igual a la del autor. Millás nació en Valencia, ciudad con mar, pero prácticamente desde siempre ha vivido en Madrid.
Volviendo a la novela, ya he dicho que me esperaba más de ella. Es una novela, a mi parecer, demasiado plana, y le falta cierto colorido, algo distinto, que se salte las reglas explícitamente. Esto lo escribo por sacarle algún fallo, porque realmente la novela es amena, es entretenida, y te hace sentir la soledad de Elena como tuya propia, ya que algo que aprecio mucho cuando leo un libro es que el autor me haga sentirme como el protagonista.
En definitiva, recomendable, como todo lo de Millás, aunque prefiero otras historias, otros mundos, otras soledades.