Autor/a español/a · Narrativa

El mayorazgo de Labraz, de Pío Baroja

El mayorazgo de Labraz (Espasa-Calpe, 1980), de Pío Baroja.

El mayorazgo don Juan y su amada Marina patrocinan esta reseña.

El mayorazgo de Labraz (Espasa-Calpe, 1980), de Pío Baroja, es uno de los libros que pertenece a la trilogía de Tierra Vasca, y es una novela espléndida que se sitúa en Labraz, un pueblo no sabemos si real o ficticio del País Vasco. Ahí llegan al principio de la historia dos viajeros que luego se nos presentan como don Ramiro y doña Cesárea, ésta última llega enferma al pueblo abandonado, como la España de entonces. Y hago esta comparación porque la novela tiene un tejido de fondo bastante a tener en cuenta sobre la política y la vida social de la España del siglo XIX.

Cuando llega al pueblo, don Ramiro (que resulta ser un gitano con una historia interesante detrás) se ve con don Juan, que es el maestrazgo del pueblo. Don Juan es ciego y vive junto a Micaela y Rosarito, una niña alegre y encantadora. Don Ramiro, al llegar, parece fijarse en la joven Marina, una joven del pueblo a la que corteja. Sin embargo, con el paso de las páginas, Marina irá dejando paso al amor que Ramiro realmente siente por Micaela, pues don Ramiro y su acompañante se alojarán en casa del maestrazgo y allí comenzará su romance.

La enferma doña Cesárea morirá, y don Ramiro se verá libre para presumir de su amor por Micaela. Hasta tal punto que huirán del pueblo, llevando consigo alhajas robadas a la Virgen. El pueblo hará que el pobre maestrazgo pague estas alhajas. Para costearlas, pese a no haberlas robado él, hipotecará sus tierras. Y, para más desgracia, la niña Rosarito enfermará de tifus y morirá en su lecho algún tiempo después acompañada por el ciego don Juan y Marina, la joven que quiso cuidar a la niña en sus últimos días.

Así bien, fallecida Rosarito, la gente del pueblo va a casa de don Juan a hablarle sobre la relación que ellos creen que don Juan mantiene con Marina (que llevaba algún tiempo viviendo en su casa para cuidar de la niña). Don Juan, harto de los rumores y las habladurías de los ciudadanos ignorantes y vulgares, decide una noche quemar las tierras del pueblo y huir de él. Tiempo después, se llevará consigo a Marina, y ambos viajarán de pueblo en pueblo, viviendo breves aventuras y la novela terminará con un final descafeinado del que me esperaba más. Aun así, la historia ha sido tan maravillosa y ha estado tan bien escrita que el final no me ha desencantado tanto como merecería hacerlo.

Hay algunos personajes que no nos dejan indiferentes, como el Predicador o, sobre todo, el pintor inglés asentado en Labraz. Y también hay escenas nada desdeñables, como una en la que don Ramiro recuerda brevemente su niñez, y Baroja lo describe con una escritura soberbia que transmite mucha melancolía y que conmueve mucho el alma.

Como decía anteriormente, la novela tiene un trasfondo interesante que se basa en una crítica feroz a la iglesia y, concretamente, a los curas y abades, por una parte porque a los personajes eclesiásticos se les acusa de acudir a celestinas y aprovecharse de las muchachas, y por otra parte por su vicio de comer y de vestir sucios. Así, Baroja (según tengo entendido se auto-proclamaba un liberal radical) también deja entrever la relación de odio entre los abades y los liberales, pongo como ejemplo una escena en la que un abad dice que Espartero no le llega a Dios ni a la zapatilla. De liberales va la cosa hasta el punto de que cuatro versos que conforman la canción de un joven liberal del pueblo resume de manera sorprendente el trasfondo de la novela:

¿Cómo quieres que en Labraz

haya muchos liberales,

si son «tos» hijos de cura,

de canónigos y frailes?

También hay una crítica grande a la vida en las ciudades y a la avaricia cuando don Juan y Marina se encuentran a un «pobre» en mitad del campo en su huida de Labraz. Es esta una novela increíblemente recomendable, porque me parece muy española y muy a destacar la historia tan bien enlazada, tan amena y a la vez viva que se cuenta entre estas páginas. Me ha encantado, me ha gustado mucho, mucho. Y, más aún, recordando aquel artículo sobre Baroja que leí hace unos meses en Jot Down, muy recomendable también. Querido/a lector/a, lea mucho a Baroja, por favor. Gracias.

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