La extinción de las especies (Anagrama, 2017), de Diego Vecchio.
Una oda a los museos y las colecciones
La extinción de las especies (Anagrama, 2017), de Diego Vecchio, es un libro museístico en el que se nos presentan a una muchedumbre ruidosa a lo largo de sus páginas. Zacharias Spears, considerado quizás el protagonista de la novela, fue un tipo que decidió abrir un museo y presentar en él las colecciones y fósiles que más le atraían.
Este libro, finalista del Premio Herralde de Novela 2017, está lleno de humor. No es un libro para reírse, sino un libro donde el autor sabe introducir claves de humor relacionadas con el tema de los museos.
Se nos habla de mil (por poner una cifra) museos, de sus creadores, de sus promotores, todo ello girando alrededor de la época en la que los americanos apenas acababan de independizarse. Está dividido en brevísimos capítulos que, al final, nos cuentan cómo ciertos personajes avispados y curiosos se van entrometiendo en los núcleos de las tribus americanas, compartiendo experiencias y estudiando a fondo sus pormenores. Así, los directores de museos pretenden que estos investigadores traigan cestas o reliquias de esas tribus, pero se encuentran con que solo vuelven con estudios sobre esas poblaciones.
En la rutina y los rituales de las tribus se concentra, en mi opinión, la fuerza humorística del relato, porque se nos narra con destreza algunas singularidades desternillantes sobre estos ritos. Pondría de ejemplo alguno, pero creo que el libro perdería interés y lo voy a dejar aquí. El libro, como curiosidad, llega a decir que los museos son «serpientes con boca pero sin ano», dando su correspondiente justificación.
Simplemente querría añadir, como conclusión, un párrafo del libro que dice así: «Ineluctablemente el tiempo transforma al mundo en ruina. Nada entero sobrevive. Del pasado, solo quedan polvo y piedras. Los recuerdos no son más que restos, cuanto más precisos más falsos».
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