República luminosa (Anagrama, 2017), de Andrés Barba.
Un libro deslumbrante por su expresiva luminosidad.
República luminosa (Anagrama, 2017), de Andrés Barba, es un libro acogedor. En cuanto te pones a leerlo te recibe con los brazos abiertos. El protagonista y narrador nos sienta en su regazo y empieza a contarnos aquella historia que ocurrió allá por la década de los noventa en una ciudad tropical latinoamericana llamada San Cristóbal, un crisol de calor y humedad.
Esta novela, ganadora merecidísimamente del Premio Herralde de Novela 2017, narra la historia de 32 niños que, de un día para otro, aparecieron en San Cristóbal y cambiaron la rutina de sus ciudadanos. Nuestro protagonista y narrador relata su llegada a la isla por motivos laborales junto a su esposa y la hija de esta, que comparten nombre. Así, nos va poniendo en antecedentes de lo que en los capítulos posteriores nos contará, pero no desvela el más mínimo detalle que haga que la novela pierda su brillantez.
Con la llegada un día de estos 32 niños procedentes de la selva que llegaron a cometer actos bandálicos y crímenes, el protagonista, el alcalde de la ciudad y la policía se verán en una encrucijada donde los ciudadanos piden justicia. Así que se tendrán que poner en marcha para atrapar a estos (aparentemente) niños ferales. El salvajismo, el primitivismo que comparten estos 32 niños de entre nueve y trece años, el mundo aparte en el que viven y que se nos describe al final de la novela es digno de descatar. La violencia reina sus cabeza y llevan a cabo sus propios rituales funerarios cuando una de las niñas, embarazada, muere por la picadura de una serpiente.
Con un final triste y demoledor, el protagonista nos situará en la mente de esos niños y niñas que una vez burlaron la organización y la civilización para establecerse su propio mundo más allá de los límites de la selva tropical y de la propia conciencia. Me ha impresionado, ahora que la he terminado de leer, la manera en la que me ha enganchado, haciéndome pasar un rato entretenido, además de enseñarme mucho y de mantenerme alerta. Me gustan los libros que me hacen sentir ese tipo de cosas. Ay, la infancia…
Gran reseña, ahora tengo más ganas de leer algo de Barba! Saludos!
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¡Muchas gracias! A mí Barba no deja de sorprenderme, hace poco me leí su libro «Las manos pequeñas» (la reseña se publicará en unas semanas en el blog) y admiro cada vez más la capacidad de este escritor de atrapar al lector. ¡Saludos!
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