Plegaria por un Papa envenenado (Tusquets, 2014), de Evelio Rosero.
El libro comienza con un coro de prostitutas de fondo que le hablan al, por entonces, Patriarca de Venecia (Albino Luciani), futuro Papa Juan Pablo I. Ellas le avisan de la visita de Pablo VI, su predecesor; del encuentro con Sor Lucía de Portugal, y de su muerte, pero él parece ignorarlas. A lo largo del libro no hay signos de exclamación al principio de las frases, pero sí al final de aquellas que los llevan. Los diálogos son levemente confusos, pues hablan las prostitutas, así como miembros eclesiásticos repentinamente y, muy ocasionalmente, Luciani.
Plegaria por un Papa envenenado (Tusquets, 2014), de Evelio Rosero, habla sobre Luciani, un Papa modestísimo que siempre rechazó la pomposidad. Fue el primer Papa con dos nombres, el primer Papa nacido en el siglo XX, pero no el primero en morir envenenado: fue Papa desde el 26 de agosto de 1978 hasta el 28 de septiembre del mismo año, pues duró tan solo 33 días en el papado.
Quería castigar a los sacerdotes que robaban, desmontar la Iglesia corrupta, que esta fuera pobre, y ello hizo que los sacerdotes se enfadaran y le desearan el castigo al «engendro», como se dice en el libro, lo que da ejemplo de lo incómodo que resultó ser Luciani. Se cree que quería hacer desaparecer el celibato sacerdotal o la oposición al control de la natalidad, el divorcio o el aborto. Además, rechazaba ir en el trono por la calle y optaba por ir andando, además de llamar a sus fieles «hermanos» en lugar de «hijos». También se cree que pretendía aprobar el uso de la píldora o prohibir que las monjas, curas y guardias se arrodillaran a su paso: estaba claro que no se creía superior a nadie.
Contra Luciani se posicionó, entre otros muchos, Marcinkus. Luciani había criticado a Antonio Rosmini y su obra, que hablaba de las grietas de Iglesia, para obtener el doctorado de Teología en la Universidad Gregoriana, pero, una vez conseguido, confirmó las verdades descritas por el libro prohibido de Rosmini. Luciani murió en su lecho, teniendo entre sus manos unos documentos que firmó para que varios miembros de la Iglesia fueran destituidos y, así, purificarla. El arzobispo ruso Nikodim visitó a Luciani unos días antes de la muerte de este y, al tomar uno de los cafés servidos en la mesa, cayó muerto al suelo. Negaron que fuera un intento de envenenamiento al Papa, pero, ¡qué casualidad! Luego, el Papa Wojtyla (Juan Pablo II) no destituiría a nadie para que no lo envenenaran a él también.
Al final del libro, Luciani vive ciertas experiencias, tiene visiones de grandes monumentos de la Historia o de personas hasta que una oscuridad inunda todo su alrededor y se da cuenta (o se lo cuentan) que está en el Infierno. Allí, se encuentra con muchos escritores, tales como Goethe o Marlowe, por ejemplo, además de Galileo, Homero y muchos personajes históricos, que se comunican con él porque Luciani se había comunicado con ellos en vida escribiéndole cartas, porque era más escritor que Papa.
No conocía la historia de Luciani hasta que leí la sinopsis de este libro y, claro, me lo leí. Creo que es una historia olvidada (o enterrada a conciencia) y que debería darse a conocer. No se deben ocultar los entresijos ni los intereses de la Iglesia y de sus miembros corruptos. Como el autor de este libro, yo declaro mi gran admiración hacia Albino Luciani, por su inocente valentía.
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