Trigo limpio (Seix Barral, 2020), de Juan Manuel Gil.
Tiendo a pensar que nuestras vidas siguen su rumbo sin detenerse, al menos por lo que aprecio a mi alrededor. Sin embargo, a veces algunas personas padecen un bajón, una enfermedad incluso, algo en definitiva que les hace pararse y recordar el pasado. Es como si se detuvieran en ese momento de sus vidas, no vivir en el presente para revivir el pasado, hacerse preguntas de hechos que ocurrieron entonces, especular…
El narrador de Trigo limpio (Seix Barral, 2021) especula con su pasado. Es un hombre de mediana edad que un día recibe una mensaje de Simón, un amigo de su pandilla de adolescente, que le pide que escriba sobre ellos y sobre lo que les pasó. Veinticinco años atrás, la pandilla hizo algo que marcó el destino del grupo. Por eso, este narrador sin nombre comienza a recordar su pasado y al volver la vista atrás ve que no todo ocurrió como creía. Empieza a conectar piezas y personajes, acude a ver a Simón para hablar con él, y todo implosiona.
Esta novela de Juan Manuel Gil (Almería, 1979) ganó el Premio Biblioteca Breve en 2021 y la he escuchado en audiolibro narrado por Àlex Brendemühl. La historia, situada en Almería en los años noventa, comienza con la anécdota de las protestas de vecinos, entre ellos el narrador, contra la ampliación del aeropuerto de la ciudad. Más tarde, dirá que el aeropuerto cambió su forma de ver la vida. La novela arranca con la infancia del narrador y sigue un orden cronológico, aunque alterna algunos capítulos del narrador en la actualidad.
Huáscar (no sé si lo escribo bien porque he escuchado el audiolibro y así sonaba el nombre), un hombre que el narrador conoce, le dice que hay cosas que pueden no hacerse bien como soplar una vela o exprimir una naranja, y no pasa nada, se hacen. Pero contar, hay que contar bien. Hay que contar la verdad. El problema llega cuando cada uno tiene una verdad. Por eso, el narrador quiere visitar a Simón, para poner sobre la mesa las verdades de ambos. ¿Nuestros recuerdos de un suceso son suficientes para decir que son la verdad? Probablemente no. La madre del narrador se queja de que siempre haya tenido una buena cabeza para imaginar y que ahora quiera contar la realidad.
La pandilla del narrador la formaban cuatro, aunque destacan el propio protagonista y Simón. Se metieron en un lío cuando eran críos, pero años más tarde, en el verano de 1993, hicieron la verdadera gamberrada. De los cuatro, en la actualidad solo dos siguen vivos. En efecto, son el narrador y Simón, los únicos que pueden reconstruir la verdad del pasado.
El narrador rompe la cuarta pared, establece una conversación con el lector y le advierte de que intenta transcribir los diálogos literalmente, pero que es difícil, claro, porque por desgracia la memoria no lo guarda todo. El narrador cuenta su historia como si hubiera existido en realidad, y dice haber publicado un libro en 2019 cuyo título es idéntico a un libro publicado por el autor (Un hombre bajo el agua).
El protagonista tenía nueve años en 1989, igual que el autor si los cumple a finales de año. Simón fue el último en llegar a la pandilla, y el primero en irse, no solo de la pandilla, sino también de la ciudad por un problema de su padre. El narrador va y viene y relata varias historias y muchas acciones aisladas que, desde mi punto de vista, sobran. He tenido la impresión de que la historia iba a ciegas hasta que entraba en escena el personaje de Simón y el narrador nos cuenta su historia. La voz de Simón y Huáscar es igual: chulesca y soberbia. Me parece poco verosímil viniendo de personajes con esas características, tan golpeados por la vida y que quieran estar por encima del resto.
Trigo limpio es una novela metaliteraria con toques de humor donde, además de la historia del pasado y del presente del narrador, este también alterna capítulos, más breves que el resto, donde habla sobre técnicas literarias para construir perfectamente una historia. Dice, por ejemplo, que en las novelas contemporáneas no sabemos qué personaje es protagonista, y que a veces se llama «protagonistas» a los propios escenarios. En otros capítulos dice que hay que lograr la armonía y no ser pesado. Critica la sobreinformación y sobreabundancia de libros en esta sociedad «hipertrofiada» y ensalza el trabajo de los buenos editores. Muchas grandes novelas lo son gracias también a ellos y a su ilusión por los libros.
El narrador va dejando migas de pan, sugiriendo para que el narrador se imagine lo que viene después, pero en realidad usa la originalidad para darle la vuelta a la tortilla y que no sea lo que se espera. Por ejemplo, yo tuve una hipótesis con cuál fue el problema del padre de Simón, y otra hipótesis con lo que pasó en la escena del aeropuerto y la pelota (no puedo decir más). Sin embargo, ninguna de las dos se cumplió, y creo que suelo apuntar bien, pero aquí el autor estuvo avispado.
Gil escribe sobre la amistad, la lealtad, la unión ante de las desgracias, la huida y el punto de vista desde el que se miran los sucesos y cómo recordamos el pasado. También cómo cambia la mirada de las historias en la memoria y cómo las decisiones que tomamos determinan nuestro futuro. La infancia es la patria de cada uno, y los niños se quejan con el silencio, dice. Pero a veces la vida no es trigo limpio. Como tampoco lo era el padre de Simón. Por eso el título. Por suerte, el olvido nos limpia para que quepa todo lo que está por venir.
El narrador se da muchos aires. Podría ser un hipster, como el de la cubierta del libro. Sabe mucho de literatura y critica a quienes confunden las cosas, o sea, a mí, que he confundido esta historia, no sé si porque el audiolibro es un canal inadecuado para una novela poco convencional como esta o porque es realmente liosa.
No me ha caído bien el narrador (no Brendemühl, que creo que no lo hace mal, sino el narrador de la historia), y quizás eso haya influido en que la novela no me haya gustado. La puntuación de Goodreads me calma porque veo que no soy el único al que no le ha gustado ni el único que piensa que le sobra por lo menos la mitad. Además, es fácil desconectar, no sé si por la voz, por la actitud de los diferentes narradores o por qué.
Las comparaciones son odiosas o… si te gustó este te gustará aquel (siempre salvando las distancias): Este libro no me ha recordado a otro, al menos a priori, aunque sé que si pienso durante varios minutos puedo sacar puntos en común con otras novelas que he leído. Que el protagonista tuviera un grupo de amigos en la juventud y que hicieran gamberradas me ha recordado a Al final siempre ganan los monstruos, de Juarma, aunque no se parecen en nada el grupo de amigos de aquel y el del narrador de Trigo limpio. Sí quiero decir que el narrador menciona en un momento a Villafranca de los Barros, pueblo de la provincia de Badajoz, como la canción de KITT y los coches del pasado, de Ladilla Rusa.

