El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (Austral, 2013), de Robert Louis Stevenson y traducido por José Torroba.
Es tarde, estamos en Londres, en un año indeterminado del siglo XIX y un individuo pasea por la calle. Al cruzarse con un transeúnte, lo asesina. Una mujer contempla la escena desde una casa y ya nada será igual para ese hombre que acaba de matar a otro.
Es Mr. Hyde, un tipo enjuto, antipático, detestable y aborrecible. Así lo describen personajes de esta novela breve de ochenta páginas como Utterson. Un narrador en tercera persona será el encargado, durante gran parte de la novela, de hablarnos de ese hombre de gran estima que es el Dr. Jekyll y de aquel otro abyecto que es Mr. Hyde desde la óptica de otros personajes secundarios como el susodicho.
En El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Robert Louis Stevenson (Edimburgo, 1850 – Samoa, 1894) hace un retrato muy dickensiano —no tanto por los personajes, sino por cómo narra la historia— de las pasiones humanas y una crítica de la sociedad británica de la época. A través del pretérito perfecto y, en contadas ocasiones, del pretérito pluscuamperfecto, Stevenson narrará una historia breve pero no exenta de complejidad desde el punto de vista de personajes secundarios que dialogarán de un tercero, nuestro protagonista.
No será hasta las últimas páginas cuando se produzca un relevo y la narración pase a quedar en manos de Dr. Jekyll en primera persona. A través de unas breves memorias que este dejó escritas, expondrá sus argumentos, sus preocupaciones y sus razones para esconder esa misteriosa personalidad oculta que resultó ser Mr. Hyde. Hasta entonces, la tensión envolverá de un halo intrigante la historia.
Hyde será esa presencia oculta y extraña, aparentemente sin familia ni amigos, que puede estar meses sin parar por su casa. Además, el Dr. Jekyll le legará su testamento, lo que levantará sospechas entre sus conocidos. Finalmente, Jekyll confesará en sus memorias —donde Stevenson aprovecha para dibujar la psicología, los pensamientos y los sentimientos de uno de los personajes más importantes de la literatura anglosajona— la tristeza y el dolor que esta situación le han hecho padecer y renunciará a la vida para no verse atado a Mr. Hyde.
Stevenson narra en esta historia un relato más propio de la época y que se diferencia en general de aquella novela como fue La isla del tesoro, no tanto en los personajes como en el contenido y el fondo. Aquí maneja diferentes voces que vienen a parar a un denominador común como es Jekyll o, en su defecto, Hyde, y a partir de ellos trata temas como la personalidad humana, sus pasiones y sus sentimientos como el arrepentimiento o la ira.
Aunque esta historia es casi mundialmente conocida, está bien acercarse a Stevenson en ella, no tanto por el relato, que lo podemos conocer a grandes rasgos, sino para leerlo a la par que nos empapamos del estilo decimonónico que dejó como legado un viajero y narrador nato como lo fue Stevenson antes de morir a los cuarenta y cuatro años.