Usos amorosos de la postguerra española (Anagrama, 2017), de Carmen Martín Gaite.
«Para todas las mujeres españolas, entre cincuenta y sesenta años, que no entienden a sus hijos. Y para sus hijos, que no las entienden a ellas». Así, a ellas y a ellos dedica Martín Gaite este ensayo ganador del Premio Anagrama de Ensayo en 1987.
En él, la autora habla sobre el papel de la mujer durante el franquismo, relegada al hogar, a parir, a coser, a limpiar y a satisfacer al marido y, muchas veces, someterse a él, sumisa y silenciosa.
Sobre el amor y las mujeres en la posguerra, Martín Gaite introduce al principio la rutina de los españoles de la época, lo que aprendían, la disciplina a la que eran sometidos en ese país carpetovetónico. «Los hijos no tienen derecho a vivir su vida, sino a que su vida sirva para algo», dice Martín Gaite citando a Antonio Castro Villacañas.
Y de ahí pasa a hablar del estigma que suponía estar soltera con determinada edad en la época —recordemos que el ensayo se centra en los años 40 del siglo XX—. Eras la «rara». Se consideraba entonces que las mujeres no tenían un objetivo mayor que aquel de someterse a un hombre. La soltería masculina estaba mejor vista que la femenina: ellos no se casaban, según la sociedad, porque querían. Ellas, porque no podían.
La debilidad (!) de la mujer y su dependencia y cobijo bajo la sombra masculina es el eje de la novela. La autora no intenta destronar estos estereotipos, sino que narra la situación de aquellos años, a veces con ironía, dibujando así un ensayo muy feminista que se contrapone a la Sección Femenina que Pilar Primo de Rivera fundó entonces.
Muchas veces cita Martín Gaite frases o párrafos que vienen a decir que el talento de la mujer es menor al de los hombres, a los que deben estar subyugadas. Por supuesto, a las mujeres no se les podía ocurrir «meterse en política». En España, aún estamos esperando que una mujer lidere alguno de los principales partidos políticos en la carrera hacia el gobierno.
Asimismo, a las mujeres entonces le hacían un favor al redimirlas «del difícil y cansado camino de los libros». Los libros como vía de escape, como evasión y elemento instructor. No es un libro, pero sí una revista —casi— lo que surge por entonces para despertar las mentes más dormidas y amansadas por el régimen. Se trata de La Codorniz, que a través del humor absurdo, según cuenta Martín Gaite, se saltaba la censura.
Leyendo este ensayo se da uno cuenta de cuánto ha avanzado la sociedad y cuánto han conseguido las mujeres para poner en valor su dignidad e igualarse al hombre en algunos aspectos, aunque hay mucho que mejorar y conseguir aún. El lector es consciente en estas páginas de la represión y el miedo que tantas veces desde el hogar familiar o el ámbito religioso le transmitían sobre temas tabú a los adolescentes, como el sexo. Eran frecuentes los consultorios sentimentales que imponían una serie de reglas que cualquier chica debía cumplir a la hora de buscar el amor, como ser afable o sonreír mucho.
Por su parte, los chicos debían cumplir el prototipo de hombre valiente al que no se le permitían actos de sospechosa virilidad como llorar o dar la «mano floja». Desde jóvenes, eso sí, los chicos por un lado y las chicas, por otro, tanto en los ambientes académicos (colegios no mixtos) como en las relaciones sociales de la calle y los guateques.
De hecho, dice Martín Gaite que una relación de amistad entre un hombre y una mujer «estaba desprestigiada» si no pretendía llegar a más, algo de lo que actualmente aún quedan restos en las mentes más antiguas.
Finalmente, el ensayo recoge varias páginas bibliográficas con referencias a libros y, sobre todo, a artículos de la época. Y cerrará un epílogo donde se habla de los avances que se han logrado en las relaciones humanas, la apertura del régimen y la renovación de las normas. Salvando las distancias, este libro recuerda inevitablemente a El florido pensil, de Andrés Sopeña Monsalve precisamente por ese cariz ensayístico y por el trasfondo de posguerra española que hay en ambas obras.
Aunque las obras más famosas de esta autora pueden ser Entre visillos o El cuarto de atrás, Usos amorosos de la postguerra española es un ensayo muy importante por la información que proporciona, por el gran trabajo de investigación que hay detrás y por cómo la autora trata el tema en sus páginas.