El Aleph (Alianza, 2008), de Jorge Luis Borges.
El sueño de la razón produce monstruos.
El Aleph (Alianza, 2008), de Jorge Luis Borges, es un libro que puede aplicarse la susodicha frase de Francisco de Goya perfectamente, pues se trata de un libro que es, en su plenitud, un sueño y, a su vez, un insomnio que nos atrapa, nos paraliza y no nos deja dormir. Este libro está compuesto por dieciocho relatos de diferentes temáticas entre las que destacan la fantasía, la metafísica, la religión, la inmortalidad, la mitología, el destino, la ciencia, la muerte y los espíritus, etcétera. Lo irreal y lo irracional también aparecen en estos relatos en los que encontramos episodios de luchas y guerreros.
Borges plantea diferentes épocas y lugares, lo mismo habla de la época de los romanos que pasa al siglo XX, situando historias en su Argentina natal, en su vecina Uruguay o en la mismísima y fantástica Ciudad de los Inmortales. Y no se limita a esto, pues va mucho más allá, creando a veces espacios y épocas que al lector le cuesta creer verosímiles, porque le añade tanta ficción que a veces confunde. Los relatos, como ya digo, son de lo más variopinto y es tan inclasificable lo que éstos narran como inútil es intentar resumirlos. Porque hay personajes de los relatos que se encuentran con Homero (!), otros tantos que, en plena lucha, se cambian de bando (como es el caso del personaje que pasa de atacar a defender la ciudad de Rávena y que muere en ella, o la del personaje que pasa de perseguir y arrinconar a Martín Fierro a unirse a él contra los que eran sus hombres unos minutos antes).
Por tanto, no faltan tampoco en estos relatos los desertores, porque hay bastantes guerras en los que encontrarlos (Borges presenta en algún relato, por ejemplo, la revolución argentina). Otros personajes pintorescos a destacar serían un nazi que lee a filósofos, o el filósofo Averroes, del que nos habla Borges situando la historia en al-Ándalus. Hay multitud de nombres reales e inventados (de personajes sobre todo) que muchas veces son incluso tediosos. Igualmente, Borges dedica gran parte de sus relatos a hablar de algún aspecto de alguna religión, y también me ha causado tedio tanta referencia a ello. Como puede apreciarse, en los relatos de Borges hay de (casi) todo.
Mis relatos favoritos han sido el primero (llamado El inmortal) y también me ha gustado, aunque mucho menos, El hombre en el umbral. El que menos me ha gustado ha sido el de Los teólogos, porque me ha parecido aburrido hasta la extenuación por las excesivas referencias a tecnicismos religiosos que a mí poco me interesan y que hicieron del relato más un ensayo religioso que un relato propiamente dicho. El último relato del libro, El Aleph, es el más largo y, claro está, el más importante, ya que da título al libro. El Aleph resultó ser un punto desde el cual el propio Borges (que se pone de protagonista en éste y en otros relatos de este libro) puede apreciar todos los demás puntos del universo. Además, la amada del protagonista de este relato se llama Beatriz (como la amada de Dante en la Divina Comedia, obra que Borges nombra en alguno de sus relatos). Finalmente, el libro termina con un epílogo donde el autor cuenta qué le influyó en la temática de todos sus relatos y cómo surgieron esas ideas.
Desde luego, leyendo a Borges dejas este mundo momentáneamente y vas a otra dimensión, es inevitable hacerlo leyendo sus relatos. Borges me ha recordado mucho a Juan Rulfo, Gabriel García Márquez e, incluso, Pedro Mairal por el aspecto fantástico (realismo mágico a veces) y ese matiz latinoamericano. Sin embargo, no me ha recordado a su compatriota Ernesto Sábato más que en la portada del libro, que podría ser perfectamente la de la novela El túnel del susodicho escritor.
En definitiva, siempre he admirado mucho a Borges sin leer nada de él. Y ahora creo que Borges me pilla demasiado lejos, habla demasiado bien para como leo yo, o quizá lee en otra dirección que no es la que yo sigo. El caso es que sus relatos no me han parecido tan fascinantes como los esperaba, y viendo su fama y la indignación existente porque no se llevara el Nobel de Literatura, lo más seguro es que el fallo sea mío, que no haya sabido entender qué quería decir Borges en determinadas frases o párrafos. Sea como fuere, es un genio, y por poco que se entienda de sus relatos se verá que es un erudito, un sabio, y que lo sabe transmitir a través de relatos de ficción.