Autor/a extranjero/a · Narrativa

Buenos días, tristeza, de Françoise Sagan

Buenos días, tristeza (Círculo de Lectores, 1963), de Françoise Sagan y traducido por Noel Clarasó.

Éramos tan felices…

Françoise Sagan, Buenos días, tristeza

Buenos días, tristeza (Círculo de Lectores, 1963), de Françoise Sagan y traducido por Noel Clarasó, es un libro que se desarrolla durante el verano de una joven de diecisiete años, Cécile, que ve amenazada su paz familiar. Su padre es un hombre de unos cuarenta años, viudo (Cécile apenas conoció a su madre), seductor y de gran vitalidad. Cuando su padre, que es para Cécile «su mejor amigo», empieza a rodearse de compañeras, Cécile comienza a sentir algo que no se atreve llamar tristeza y que resultarán ser celos y resentimiento.

El verano lo estaban compartiendo Cécile, su padre y Elsa, una compañera de este en la más envidiable armonía. Sin embargo, un día se unió a ellos otra amiga del padre de Cécile, Ana, a la que Cécile admira, pero cuya llegada califica de «contratiempo». A partir de entonces, el lector irá hilando adónde quiere llegar la autora de la novela a través de la introspección de la protagonista, a la que conoceremos mejor que nadie y que nos presentará una rivalidad entre Elsa y Ana, que parecen llevarse bien, pero manteniendo las distancias.

Cuando Elsa comienza a sospechar que Ana y el padre de Cécile se gustan, decide marcharse. «Éramos tan felices…», dice Cécile, que siente que ha perdido a una amiga y que ha ganado una enemiga. A partir de aquí empieza la lucha de Cécile contra Ana, que ha roto su armonía veraniega y familiar. Cuando su padre y Ana le comunican que se van a casar pronto, a Cécile le parece bien, pero entonces Ana comienza a actuar de forma autoritaria, obligándola a trabajar y estudiar durante el verano y a separarse de su amor veraniego, Cyril, con quien compartía los días calurosos de sol y playa hasta la llegada de Ana.

Lo que cabrea Cécile es su separación de Cyril y que su padre se muestre tan sumiso ante el látigo de Ana. Entonces, decide cargar sobre su espalda la armonía familiar para devolverla a sus orígenes, y pide ayuda a Elsa y a Cyril para que, aliados los tres, consigan que su padre se enamore de Elsa y que así Ana se marche. Finalmente, Cécile conseguirá su plan y Ana se marchará, aunque Cécile se arrepentirá (a ver si Cécile se aclara de una vez, o quieres que se quede o no quieres). El final de la novela es trepidante y triste, me lo esperaba momentos antes de leer lo que finalmente ocurre, porque se ve venir, y me resistiré a contarlo para no hacer spoiler.

Esta novela puede considerarse una crítica a la burguesía de la época (Cécile se enorgullece de que su padre va a fiestas alborotadoras, mientras que Ana va a otras más elegantes y burguesas), y está impregnada de amor (el del padre de Cécile primero por Ana y luego por Elsa, el de cada una de ellas por él, el de Cécile y Cyril y viceversa), de la adolescencia propia de la protagonista, de venganza, de resentimiento, de celos…

La verdad es que no es para tanto la novela, aunque Sagan la escribió con diecinueve años, lo cual es una proeza a destacar. Aunque no me ha parecido demasiado plana, cosa que agradezco, creo que sí utiliza clichés, e incluso, como ya he dicho, llegué a predecir el final antes de leerlo, porque algunas situaciones ya están muy manidas en la literatura y en el cine. Aun así, una novela entretenida. Un clásico que nadie debería perderse.

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