Autor/a extranjero/a · Ensayo

La sociedad del cansancio, de Byung-Chul Han

La sociedad del cansancio (Herder, 2017), de Byung-Chul Han y traducido por Arantzazu Saratxaga Arregi y Alberto Ciria.

¿Es este mundo de mercancías apropiado para ser habitado?

La sociedad del cansancio (Herder, 2017), de Byung-Chul Han y traducido por Arantzazu Saratxaga Arregi y Alberto Ciria, es un libro que, pese a su brevedad, toca muchos puntos débiles de la sociedad actual y reflexiona acerca de ellos. El autor nos presenta los términos que van a ser recurrentes a lo largo del libro, tales como «inmunización», «vida activa» y «vida contemplativa», estas dos últimas enfrentadas entre ellas (yo defiendo, y creo que el autor también, la vida contemplativa, que consiste, como su propio nombre indica, en frenar el carro de la sobre-actividad y pararse a pensar más tiempo). El autor nombra en este punto a Hannah Arendt y contrapone su opinión a la de esta gran autora. De hecho, el autor presenta a lo largo del libro diferentes obras y a diferentes pensadores (sobre todo filósofos como Agamben, Heidegger y Kant), además de Freud y algunos sociólogos.

Este libro es muy filosófico, claro está, el autor también reflexiona alrededor de esta sociedad actual, en la que se repele todo lo extraño (por eso incluye el término «inmunización»). Repele, en definitiva, la otredad. Y a partir de aquí entra en el núcleo del tema, en la comparativa del pasado y el presente con respecto a este tema. Pues dice que, antes, las enfermedades peligrosas eran las víricas como la gripe, y ahora son la depresión o la hiperactividad, que también se expanden como virus. La depresión, dice, es una enfermedad que la sociedad sufre por culpa de un exceso de positividad. Sí, de positividad, porque el autor también habla de positividad y negatividad, aunque no se ajusta a las definiciones que todos entendemos, si no que va más allá. Además de por la positividad, dice el autor que la depresión es causada por la incapacidad de decir que no y por creer que se está en condiciones de hacerlo todo. Así, antes explotaban al trabajador (represión) y ahora es el trabajador el que se auto-explota (depresión) para obtener lo mejor de sí mismo.

Pero este burnout o síndrome del trabajador quemado puede tener consecuencias fatales como el suicidio, y ya no habría ganadores en esta batalla tras la muerte del vencedor. Esto lo achaca el autor a la moderna pérdida de creencias, que hace que la vida humana se convierta en algo totalmente efímero que crea intranquilidad y que ya ni siquiera las religiones intervienen de forma que puedan quitar el miedo a la muerte de la gente, por ejemplo (interpreto esto como una defensa de las religiones y la mitología por parte del autor).

A esta vida desnuda y efímera, tal y como la describe Byung-Chul Han, se reacciona con la hiperactividad y la histeria en el trabajo. Y, para cerrar el círculo, me parece interpretar en cierto momento de la lectura que el autor hace una defensa, aunque no estoy seguro, del dopaje (cuidado con la definición, que el autor no se ajusta a la entendida mayoritariamente) en esta sociedad de sobre-rendimiento laboral. Hablando de trabajo y de explotación, Byung-Chul Han no pasó por alto a Karl Marx y habló (muy por encima, eso sí) de la alienación. Por tanto, como se puede ver, el autor repasa de un lado a otro las opiniones de diferentes autores contemporáneos y antiguos sobre este tema.

Byung-Chul Han también diferencia entre depresión, duelo y melancolía, pues dice que en estas dos últimas, el individuo siente la pérdida de un objeto (no tiene por qué ser material, cuidado), mientras que en la depresión no pierde ningún objeto u objetivo. Yo no sé qué decir acerca de esto, pues realmente con la depresión (la frustración, por llamarla de algún modo, de no poder llegar adonde querías por más que te auto-explotas en el trabajo) también supone la pérdida de ese objetivo inalcanzable.

Pero bueno, no me gustaría terminar sin nombrar una frase bella de Walter Benjamin que el autor cita, en la que éste dice que el aburrimiento profundo es el pájaro del sueño que incuba el huevo de la experiencia y, según Benjamin, si el sueño constituye el punto máximo de la relajación corporal, el aburrimiento profundo corresponde al punto álgido de la relajación espiritual.

Este es un tema que me interesa mucho y del que me gustaría escribir (y leer, por supuesto). Para acabar, citaré dos frases de la última página de este libro tan magnífico que recomiendo a todo aquel que quiera abrir un poco más los ojos a nuestra sociedad, entenderla e intentar saber hacia dónde camina para no tropezarse. Byung-Chul Han, como decía, termina su libro diciendo: «Vivimos en unos grandes almacenes transparentes en los que nos vigilan y manejan». «Este mundo de mercancías no es apropiado para ser habitado», concluye. Y habitado lo pone así, en cursiva, muy sugerente. Nada más que añadir a esta obra sublime.

2 respuestas a “La sociedad del cansancio, de Byung-Chul Han

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