La utilidad de lo inútil (Acantilado, 2017), de Nuccio Ordine y traducido por Jordi Bayod.
La utilidad de lo inútil (Acantilado, 2017), de Nuccio Ordine, es una obra imprescindible. Nuccio Ordine es un autor al que ya conozco relativamente bien porque he visto una conferencia que dio en La Térmica (Málaga, España) en abril de 2016, y he leído otro libro suyo (Clásicos para la vida), el cual reseñé hace un tiempo.
Excesivamente útil. Así es este libro.
En este libro, Ordine aborda una defensa exacerbada (ole por él) de los clásicos literarios y de su utilidad en nuestra sociedad. Los clásicos, considerados por muchos como inútiles, inician el camino del libro donde iremos encontrando otros elementos presuntamente inútiles (las artes, las humanidades, las lenguas muertas…) que, aun sin producir beneficios económicos, nos enseñan cosas que no se pueden ni pesar ni medir pero que se quedan bien grabados en nuestro ente interior.
Ordine también hace una feroz crítica ante la desaparición continua de librerías y bibliotecas alrededor del mundo para sustituirlas por edificios comerciales que produzcan un beneficio económico. ¿Quién quiere tener arte e historia entre cuatro paredes pudiendo ganar dinero con otro negocio? Pues eso, el dinero hace que muchos desprecien la importancia (y utilidad) del arte, las humanidades y la historia reflejada en ellas.
Como se verá, todo se resume en, tal y como dice el título, la utilidad de lo inútil, y también la inutilidad de lo útil. El vicio de la riqueza excesiva, dice Ordine, es, junto al utilitarismo acérrimo, males de la sociedad. No solo de la sociedad actual, porque también Montaigne lo criticaba en su época. Y Giordano Bruno fue quemado en la hoguera por lo mismo. Y Séneca, ya en su época, habla de que para conocer bien a un hombre hay que despojarlo de sus patrimonios, desnudarlo y ver en su desnudez la verdadera esencia que lo conforma.
Ordine reúne muchísimas referencias a obras de toda clase y época para llegar una y otra vez a la misma conclusión, que no hace falta que repita. Por último también habla de la religión, de todo lo que se ha hecho mal (matar a personas, quemar bibliotecas…) en nombre de un tal Dios. Así, las religiones han generado muchas guerras por creer cada una que ella es la verdadera y ninguna otra lo es. Nadie tiene la verdad absoluta, dice Ordine, pero hay que buscar la verdad a partir de la libertad, sin pretender tenerla nunca, sino para disfrutar del trayecto y aprender por el camino.
Ánimo, Nuccio Ordine, nunca perdamos la esperanza de que el arte gane al dinero. De todos modos, si alguna vez el arte es erradicado para sustituirlo por máquinas de hacer billetes en diferentes formatos (tales como negocios, sedes, bancos u oficinas de cualquier tipo), ni usted ni yo estaremos vivos para presenciar la extinción de la humanidad. Porque, cuando ocurra, habrá humanos (los humanos habrán sido los culpables), pero sin arte, sin historia a la que remitirse, las humanidades valen lo mismo que una mota de polvo que cruza el aire de la habitación. Espero que los humanos no seamos tan necios e ignorantes como para llegar a tal punto.
¡Viva el arte libre y eterno! ¡Viva la cultura! ¡Viva la utilidad de lo considerado inútil!
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