El comensal (Caballo de Troya, 2015), de Gabriela Ybarra.

Cuando un ser querido fallece, sentimos el vacío. Cuando este ser querido no muere, sino que lo asesinan, el dolor recorre un trayecto diferente que no tiene por qué causar ni mayor ni menor desamparo, pero sí una sensación extraña de injusticia, impotencia y desazón. El comensal (Caballo de Troya, 2015) es una novela sobre el duelo y sobre sentirnos vacíos. Gabriela Ybarra (Bilbao, 1983) narra en estas páginas el asesinato de su abuelo Javier de Ybarra a manos de ETA en 1977 y la muerte de su madre por cáncer en 2011.

Esta historia, nominada en la longlist del Man Booker, es casi completamente autobiográfica, pero contiene algo de ficción. Es, reconoce la autora, una «reconstrucción libre» de la historia de su familia: «A menudo, imaginar ha sido la única opción que he tenido para intentar comprender». En su contracubierta se dice algo interesante y muy real: «El deceso se extiende en el tiempo hasta que el vivo asume no solo la desaparición del otro, sino también parte de la suya propia en la medida en que estamos hechos de retazos de los demás».

Esta historia está exenta de compasión, y sí llena de reconciliación. Con algunas imágenes, la novela se divide en dos partes diferenciadas: el asesinato de su abuelo y la muerte de su madre, que la autora intenta analizar desde su perspectiva, y donde trata temas como el duelo o la reconstrucción de la memoria familiar que se desvanece con el paso del tiempo y la desaparición de sus miembros. Desde que asesinaron a su abuelo, en la mesa siempre hay un hueco vacío con su cubierto cuando llega la hora de comer, de ahí el título.

En ambas partes se conoce el final de la historia, pero la narradora pone el foco en la tensión de los acontecimientos y en el reflejo de la crueldad, sobre todo en la primera. La autora reconstruye la memoria de su familia, que se diluye en el mar del pasado, y por momentos desmiente suposiciones o rumores al respecto de lo ocurrido. En las cartas que su abuelo, secuestrado, intercambia con sus hijos (el padre y los tíos de la autora) se percibe una grandísima fe religiosa que le ayudó a conllevar el trato inhumano que sufrió.

En la novela también se incluyen entradas a modo de diario y fragmentos de textos que se publicaron en periódicos de la época y extractos de libros. Y es que este secuestro y posterior asesinato tuvieron una gran repercusión mediática en la España de entonces. Sobre todo, teniendo en cuenta que se produjo tres días después de las primeras elecciones democráticas en el país.

En la segunda parte, la narradora se centra en la historia de su madre, aquejada por un cáncer al que no conseguían poner fin los médicos que la trataron en Madrid, País Vasco y Nueva York. La narradora se fue del País Vasco en 1995 porque querían matar a su padre (recordemos, hijo de su abuelo asesinado por ETA), y por ello también habla sobre los años de plomo y la caída económica que se produjo con la caída del régimen.

En esta novela se mezcla la crónica social con la historia familiar, y la narradora construye un texto punzante con aspecto de aséptico. Sin embargo, no se desliga de la historia, que es la suya, y analiza la relación madre-hija y la enfermedad de su progenitora desde sus propias perspectiva y vivencia.

Mientras su madre está ingresada en un hospital de Nueva York, en agosto de 2011, se produce un terremoto en la ciudad estadounidense de 5,9 en la escala Richter. También tiene lugar el huracán Irene. Son catástrofes naturales que se unen a las propias de la narradora. La naturaleza, ETA y el cáncer como detonadores de una memoria familiar dañada.

Ybarra trata en esta novela, además de los ya mencionados, temas como las relaciones familiares, la resistencia, la memoria, el consuelo, la muerte prematura y la búsqueda de respuestas. A través de estas páginas habla implícitamente con sus padres y busca vestigios de sus recuerdos. «Un mes y medio después de que muriera mi madre, el 20 de octubre de 2011, ETA asumió el cese definitivo de su actividad armada». El círculo se cerraba, pero no las heridas, que seguían abiertas. Y el comensal, sentado a la mesa.

Las comparaciones son odiosas o… si te gustó este te gustará aquel (siempre salvando las distancias): He de reconocer que tengo varios libros, sobre todo ensayos, que tratan de forma explícita o subrepticia el tema de ETA. Sin embargo, este es el primero que leo. Por tanto, no encuentro ningún otro al que me recuerde. Sí me viene a la mente la serie Patria, que salió en 2020 y que yo vi en enero de 2021.


2 respuestas a “El comensal, de Gabriela Ybarra

  1. Avatar de Jesús

    Me gustó mucho esta novela. Muy buen artículo, Mario.

    Que traten el conflicto vasco, novelas de esta misma época, además de la mencionada _Patria_, están, por ejemplo, _Mejor la ausencia_ y _La línea del frente_.

    Un saludo.

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    1. Avatar de Mario

      Hola, Jesús.
      No he leído las tres que comentas, aunque tengo Patria, y firmada, jaja. Pero echaré un ojo a las otras dos.
      ¡Muchas gracias!
      Saludos 🙂

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