Autor/a español/a · Narrativa

Lo que a nadie le importa, de Sergio del Molino

Lo que a nadie le importa (Literatura Random House, 2018), de Sergio del Molino.

Éramos pobres pero teníamos Francia.

Comienzo de Lo que a nadie le importa, de Sergio del Molino.

Lo que a nadie le importa (Literatura Random House, 2018), de Sergio del Molino, es un libro que comienza con esa frase casablanquinesca. Creo que es hora de dejar claro a todos los lectores y lectoras de este blog que Del Molino es de mis escritores favoritos, sino el que más, y pronto compraré todos los libros que ha publicado hasta el momento, dos de ellos ya reseñados en el blog (La hora violeta y La mirada de los peces).

Siempre hay una pregunta que me ronda la cabeza y que no consigo responder: qué libro me habría gustado escribir. Lo que sí tengo claro es que Sergio del Molino es el escritor que me gustaría ser a mí. Es impresionante que siendo un escritor tan joven maneje una escritura tan deshinibida y desacomplejada. En este libro no hace ninguna excepción, pues remite la biografía de su abuelo desde su visión de nieto, y la cuenta con ciertos toques de sarcasmos, sin remilgos, con una narración sincérrima (me acabo de inventar esta palabra, pero creo que todo el mundo sabe qué quiero decir).

Comienza narrando la infancia y la juventud de su abuelo, sus heridas de guerra cuando luchó en el bando nacional en la Guerra Civil española, su aspecto tan reservado, a veces malhumorado, su personalidad tan singular en una familia llena de mujeres y supersticiones. Del Molino relata la batalla del Ebro, la guerra y sus pormenores, como cree que lo vivió su abuelo, los disparos a bulto que se detonaban cuando los sentidos dejaban de funcionar y solo existía el gesto automático de recargar armas y disparar.

Es tremendo cómo lo cuenta todo, incluso las frases más sencillas con las que expresa un sentimiento inusitado de la crudeza de la guerra. «Se puede entender una vida con el inventario del armario del baño», dice en un momento concreto. A esas frases tan sencillas aparentemente me refería antes.

Pasea con andar lento y melancólico por la vida de su abuelo y retoca su alrededor con los colores de su abuela, sus padres o él mismo, hasta el entierro de su abuelo. Creo que cada vez que mire a una muñeca de esas antiguas me acordaré de la abuela de Sergio del Molino, que tenía una colección en su casa.

Este autor, además, mientras repasa la vida de su abuelo, visita aquellos lugares de donde proceden sus progenitores, y me parece que de aquí procede la curiosidad de Del Molino por esos lugares huecos e inertes sobre los que habló en libros como La España vacía o Lugares fuera de sitio (con este último ganó el Premio Espasa de Ensayo 2018). Al fin y al cabo, estos pueblos, estas vidas, a nadie le importan, como tantas otras cosas, como el título del libro.

Si hay un escritor que tenga en alta estima y que difícilmente bajará de ese pedestal es Sergio del Molino. Si hay un escritor al que me pidieran que recomendara, sería Sergio del Molino. Si hay un escritor con el que me gustaría tomar no un café sino millones, sería Sergio del Molino (aunque detesto el café). Mi admiración es tal que pienso leerme todos los libros que haya escrito en poco tiempo como ya he dicho, y por supuesto seguir su senda literaria, porque se me iluminarán los ojos cuando un nuevo libro suyo llegue a las librerías.

Por favor, lean a Del Molino. Si quieres quedar cautivado o cautivada (y llorar mucho, avisado o avisada quedas), empieza a leerle con La hora violeta. Y ya no podrás parar. Suerte, y espero que te guste este escritor tanto como a mí.

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