Esto es agua. Algunas ideas, expuestas en una ocasión especial, sobre cómo vivir con compasión (Literatura Random House, 2017), de David Foster Wallace y traducido por Javier Calvo.
Esto es algo más que agua.
Esto es agua (Literatura Random House, 2017), de David Foster Wallace y traducido por Javier Calvo, es un libro que tiene por subtítulo (casi inapreciable, por cierto, ocultado a propósito en la portada del libro) Algunas ideas, expuestas en una ocasión especial, sobre cómo vivir con compasión. Esa ocasión especial de la que habla es el discurso que Foster Wallace dio en la Universidad de Kenyon y que está transcrito en este libro. En sus casi ciento cincuenta páginas, el libro va desmenuzando el discurso, presentándonos un párrafo, o a veces solamente una línea, del mismo en cada página.
En este discurso, Foster Wallace habla un poco sobre un cuento del que ya leí en alguna ocasión, no recuerdo bien dónde, pero no hace mucho. Y cuando vi este libro en la librería no dudé en comprarlo, porque sentía que me llamaba, que estaba ahí para mí, que ya estaba preparado para leer el discurso completo (¡un discurso publicado en un libro!, imagínese cómo será el discurso). El cuento en cuestión trata de tres peces, dos que van juntos y se encuentran con otro, que les pregunta qué tal está el agua. Y los dos peces se preguntan qué es el agua (moraleja: a veces desconocemos las cosas más obvias de la vida).
Este libro, efectivamente, habla de la compasión que Foster Wallace quiere que los alumnos graduados en el momento en que dio el discurso sientan por los demás, que se alejen de su egocentrismo (ese que todos padecemos muchas veces) y se acerquen hacia el equilibrio. También cuenta otro relato, sobre dos hombres en Alaska, uno religioso y otro ateo, uno que cree que aquello que le ocurrió una vez fue gracias a Dios y otro que cree que solo fue una casualidad porque no cree en Dios. El equilibrio que Foster Wallace quiere es aquel que nos permita ver desde el punto de vista del ateo y del religioso, y no encerrarnos solo en una opinión. Foster Wallace anima así a pensar por los demás, y cuando nos encontremos en un atasco de tráfico, pensar que los demás tienen la misma prisa que yo, y que quizá ellos no me entorpecen a mí, sino yo a ellos, tal y como dice el autor en el discurso.
El autor también quiere que los alumnos aspiren a algo más que a tener títulos. Quiere que dejen atrás su «configuración por defecto», que tengan conciencia propia y que se repitan día a día «esto es agua», no olvidando así las cosas más obvias de la vida. A veces, tiene razón Foster Wallace, nos olvidamos de las cosas más típicas, que al ser tan comunes en nuestras vidas son esenciales y no les prestamos la atención necesaria. Creo que el discurso que dio aquella vez (desconozco el año, podría encontrarlo rápidamente, pero prefiero no averiguarlo) sería perfectamente aplicable hoy en día. El problema es que el mensaje hay que repetirlo más veces. Ya sé que la vida no consiste solo en obtener títulos, en que tenemos que preocuparnos por nosotros mismos… decir eso está perfecto, y que todos los hiciéramos sería maravilloso y daría esperanza a la supervivencia de la especie humana, pero está claro que no estamos en disposición de ello, porque siempre existirá la envidia, la avaricia, la competición, el pisotear a otros para poder sobresalir.
Quizá sea yo el que tenga una visión pesimista del ser humano, pero no creo que la especie vaya a cambiar. Hay intereses, y esto es determinante para que todo siga yendo igual. Y, si no, todo cambiará para seguir estando igual, como aquella famosa frase cuyo origen desconozco. Para terminar me gustaría transcribir uno de los párrafos del discurso que, de algún modo, puede ser una buena conclusión: «El tipo realmente importante de libertad implica atención, y conciencia, y disciplina, y esfuerzo, y ser capaz de preocuparse de verdad por otras personas y sacrificarse por ellas, una y otra vez, en una infinidad de pequeñas y nada apetecibles formas, día tras día. Esa es la auténtica libertad».