Ewald Tragy (Navona, 2015), de Rainer Maria Rilke y traducido por Miriam Dauster.
Continuamos con la senda de Rilke con una novela espléndida.
Ewald Tragy (Navona, 2015), de Rainer Maria Rilke y traducido por Miriam Dauster, es una brevísima novela que nos acerca un poco más al genio checo/austriaco/alemán que tanto admiro. El título hace referencia a un joven de dieciocho años que sueña con ser poeta y que camina por su ciudad antes de almorzar, como cada domingo, con su familia. El padre rechaza sus sueños de poeta porque no le ve futuro y porque no obtendrá beneficios de dicha profesión en la jubilación. Su madre, simplemente, se marchó y lo abandonó, según se nos cuenta.
Así que el joven Ewald (se cree que él es Rilke, y que el padre de Ewald es, a su vez, el padre de Rilke, por las características que comparten) tendrá que hacer frente a las miradas incisivas de sus familiares y mantener firme su convicción de marcharse pronto a Múnich para ser poeta. El apellido de Ewald (Tragy), puede hacer referencia según se nos cuenta a la palabra «tragedia» o «trágico» en alemán, haciendo alusión a cómo es la vida de este joven personaje. La vida de Rilke, cuya infancia y adolescencia fueron para olvidar por culpa, sobre todo, de su madre, está reflejada de lleno en esta novelita que entretiene mucho y habla de la vida de Rilke a aquellos a quienes nos atrae este magnífico poeta, como a mí.
El libro se divide en dos capítulos. En el primero de ellos se habla de lo ya comentado, y en el segundo, de la estancia de Ewald Tragy en Múnich, pues comienza allí mismo, cuando Ewald ya se ha marchado de su ciudad para ser poeta, tal y como siempre soñó. El final de la novela se torna gris para el poeta Ewald. Se siente inmensamente solo y en las últimas páginas es perceptible cómo reclama a su madre el amor que nunca le dio. Está enfermo, la fiebre le hace delirar y lucha entre la enfermedad y la cura, entre los sueños y la realidad, porque no sabe si es más dolorosa la fiebre o la vida.
Rilke destaca como poeta y no como novelista. Al empezar a leer esta obra creía que me aburriría, que sería mundana, común, que podría haberla escrito un niño de diez años. Pero ahora que la terminé me doy cuenta de que es una obra maestra. En sencilla como la vida misma, ¡es la propia vida de Rilke!, el mismo que rehúye de su autoritario padre y reclama amor a su odiada madre. Me ha gustado todo de la novela, cada pasaje, cada personaje (muy curioso el personaje de Thalmann). Tiene un final conmovedor, dejándolo abierto, pero dándonos a entender cómo podría ser la vida de Ewald Tragy, quien necesita ayuda, compañía, ternura y amor. Está solo, está dolido, se siente despreciado, rechazado, ignorado. Espléndido.