Fábula de Isidoro (Jekyll&Jill, 2016), de Julio Fuertes Tarín.
Es un libro raro. La sinopsis, el título y la lectura del mismo en sí te llevan a pensar que se trata de un libro eminentemente ‘raro’. No por eso es malo, ni mucho menos. Fábula de Isidoro (Jekyll&Jill, 2016), de Julio Fuertes Tarín, es un libro atípico en casi todo. Es el primer libro que leo de la editorial Jekyll&Jill y puedo decir que no me ha decepcionado.
Es un libro que, inevitablemente, te va a hacer reír aunque sea al menos en dos o tres ocasiones. Sus personajes apenas están desarrollados (en 117 páginas no da tiempo a eso), pero se les percibe y se sabe cómo son sin apenas palabras descritas. Además, el libro alberga diversos espacios. Comienza en Madrid para pasar inadvertidamente a Valencia (ciudad de nacimiento del autor) y luego a Sevilla, volviendo de nuevo a Madrid, concretamente al Santiago Bernabéu (donde el Barça gana 2 a 1 al Madrid con un gol in extremis de Messi de penalti), para acabar la fábula.
El libro se divide en proemio (lo que viene antes de la fábula, tal y como se explica en el libro), la fábula en sí y el epílogo (lo que va después de la fábula). Además, cuenta con una especie de capítulo llamado Adenda I, donde se cuenta una escena relacionada con la historia. Al final del libro físico podemos encontrar un pequeño librito cuya función vital es relatar la fábula de Isidoro para niños, y que cuenta además con ilustraciones: algo muy curioso y atípico.
Puede decirse que los personajes principales son Isidoro, cuya historia desde su nacimiento es tremendamente estrambótica, surrealista e hilarante, y Wynston, un chico de trece años al que Isidoro cambia de apellido y de nacionalidad a lo largo de la historia. Wynston tiene como apellido Sandoval, y es chileno. Pero Isidoro, no sé si por confusión o por llevar la contraria, lo llega a llamar Cardona de apellido y le adjudica las nacionalidades colombiana y peruana, por ejemplo: un desbarajuste total.
La historia se desarrolla tras el asesinato del presidente del Gobierno español a manos de unos terroristas. En España se declara el estado de excepción, el ejército y sus tanques invaden las calles españolas y, entonces, Isidoro, Wynston y los demás deben sobrevivir a sus disparos. El autor hace, a través del personaje de Isidoro, una dura crítica a la patria y a otros elementos de actualidad. Además, utiliza numerosas expresiones vulgares y malsonantes, pero siempre con una elegancia y pulcritud lingüísticas de lo más sutiles. Es como decir ‘mierda’ en una frase donde también leemos palabras tales como ‘idiosincrasia’ o ‘divagación’: son frases malsonantes que dan el punto justo de diversión y verosimilitud a la historia.
La historia, que también incluye un divertidísimo ‘tanguillo’ de Lola Flores que sale de boca de Isidoro. El libro es un poco atípico, debes dedicarle un momento de reflexión, quedarte con lo que realmente te quiere contar, porque guarda dentro de sí un gran elemento pedagógico que abraza esta historia que, para lo corta que es, está muy bien desarrollada y ha creado una reacción tan buena por mi parte. Muy recomendable.