La mentira por delante (Astiberri, 2021), de Lorenzo Montatore.

Quien sepa que el nombre de este blog viene de un libro de Francisco Umbral puede suponer que Paco no es un escritor cualquiera para mí. No he leído nada más que un libro suyo, evidentemente se trata de Mortal y rosa, pero tengo al menos media docena esperándome en la librería de mi habitación. Aun así, esa obra me bastó para establecer un vínculo escritor-lector que me acompaña hasta hoy.

Admiro a Umbral y rechazo todo lo que tiene de personaje porque no me interesa. En Mortal y rosa aprendí a rascar para que quedara al descubierto no solo el Umbral escritor, sino también la persona, y ahí supe que estaba ante un ídolo. (No idolatro, no me gusta, pero he puesto «ídolo» para que comprendas a qué nivel lo admiro.)

La mentira por delante (Astiberri, 2021) es una novela gráfica que recibe el nombre por una cita de su protagonista, el escritor vallisoletano Francisco Umbral. Todo en este libro, tal y como dice Blanca Lacasa en el prólogo, son «embustes, cuentos, ilusiones y ensueños». Está lleno de eso, pero también de citas y declaraciones famosas de un personaje inmortal, y de dibujos llenos de colorido. El nombre de su autor, Lorenzo Montatore (Madrid, 1983), es un seudónimo, como «Umbral», pues Francisco en realidad se apellidaba Pérez Martínez, unos apellidos demasiado comunes e insípidos para alguien de tamaña gallardía.

Este libro es un paseo divertido de la mano de Umbral. Al principio, el autor nos presenta en viñetas una línea temporal con los sucesos más determinantes de la vida del periodista y escritor. A partir de ahí, ni datos ni fechas, solo Umbral. De hecho, el libro empieza con la anécdota más célebre que protagonizó. En efecto, aquella en la que le dijo a Mercedes Milá que había ido a su programa a presentar su libro. Esta escena se transcribe literalmente, y gracias a los dibujos el lector parece estar viendo la escena en la misma televisión.

El dibujo de Umbral viaja por este libro siempre de perfil, como una sombra errante, con una gabardina, y parece levitar y moverse de forma fantasmal. En su viaje se encuentra con personajes como Francisco Franco, Lola Flores, Miguel Delibes, Ramón María del Valle-Inclán, Pío Baroja o Camilo José Cela, aunque algunos de ellos, la mayoría, solo de pasada. En una viñeta, el Umbral niño conoce a Marcial Lafuente Estefanía, en concreto sus novelas del oeste, con las que, confiesa, aprendió a escribir. A través de las viñetas emula entrevistas como la que le hizo Joaquín Soler Serrano en el programa A Fondo, y repasa momentos de su vida como su llegada al Café Gijón. A veces incluso dos Umbrales hablan entre ellos.

El caos de los libros era el caos de su vida. Cesare Pavese decía, según el Umbral de Montatore, que hay que ser brillantemente monocorde. Montatore, desde luego, no lo es con sus dibujos. Ha hecho un libro donde hay risas, porque Umbral era un personaje que invitaba a la carcajada pese a la solemnidad de su gesto, y también tiene momentos emotivos, por la soledad y la tristeza que se respira en los dibujos, por ejemplo, tras la muerte de su hijo.

El autor ha hecho una novela gráfica de gran colorido, alternando los colores. El fondo de una página aparece completamente amarillo, con la figura de Umbral en el centro y ningún elemento más. La siguiente, sin embargo, tiene el fondo verde y viñetas. Otra página está azul; la siguiente, roja. Luego mezcla el morado con el amarillo, y después varias páginas con viñetas pero sin bocadillos, donde reina el silencio y ni siquiera parecen escucharse los pasos de Umbral, pues este se traslada quién sabe cómo, pero sin caminar.

Este libro es un gustazo para la vista. Por momentos es un delirio colorista y umbraliano, un artificio de dandismo que aúna la gabardina azul y la bufanda roja del genio. Umbral cruza escenarios como en un videojuego, critica a los políticos y usa su máquina de escribir como arma definitiva. El nacimiento y la muerte de su hijo lo marcaron profundamente. De hecho, su figura parece reducir la velocidad cuando el ser que más quería se marcha para siempre. Se suceden las viñetas donde pasea con María España, sobre todo, en silencio.

Umbral observa la mirada tan humana de un perro y la creación artística exenta de angustia de un niño, que, a diferencia de la de un adulto, está llena de ello. La única verdad que Umbral conoció fue su hijo, y lo perdió. Todo quedó perdido, entonces, así que la mentira se volvió habitable.

Las comparaciones son odiosas o… si te gustó este te gustará aquel (siempre salvando las distancias): Este libro sobre Umbral me ha recordado, como no podía ser de otra manera, a Mortal y rosa, libro que da título al blog y que me maravilló cuando lo leí. Tengo muchos libros más escritos por Paco Umbral, pero aún pendientes. Sé que me reconfortarán, como hará Mortal y rosa, cuando lo necesite. Para quien no haya visto el documental que se estrenó hace unos años sobre él, Anatomía de un dandy (Alberto Ortega y Charlie Arnaiz, 2020), lo recomiendo encarecidamente. Si le gusta la figura de Umbral, además de verlo, le recomiendo que tenga a su alcance una caja de pañuelos.


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