Autor/a extranjero/a · Narrativa

Días de hambre y miseria, de Neel Doff

Días de hambre y miseria (Firmamento Editorial, 2021), de Neel Doff y traducido por Javier Vela.

En algunas posadas de la Edad Media había un cartel que rezaba «Quien duerme, cena». Esto quería decir que quien quisiera cama también debía cenar en el establecimiento y dejar, por tanto, más ganancias. En la actualidad, esta expresión se acerca más a la definición de que durmiendo se olvida el hambre. Keetje Oldema tiene nueve años y el hambre que padece es tan agresivo que ni siquiera el sueño consigue calmarlo o hacerlo desaparecer.

Keetje es la narradora y protagonista de Días de hambre y miseria (Firmamento Editores, 2020, con traducción al castellano de Javier Vela). El título lo dice todo y, al mismo tiempo, es insuficiente para describir la abismal falta de recursos de la protagonista y su familia. Situada en Ámsterdam en el siglo XIX, Keetje es una niña valiente que se enfrenta a la pobreza y al frío que le impone la vida para llevarse algo de comer a la boca cada día. Su situación familiar es tan precaria y cruda que pone los pelos de punta.

Esta novela, con la que Neel Doff (1858-1942) fue finalista del Premio Goncourt en 1911, tiene tintes autobiográficos. Doff es considerada como una representante de la narrativa proletaria, y esta obra forma parte de la conocida como «trilogía del hambre». Keetje tiene ocho hermanos, a los que intenta salvar de la pobreza y de la mala vida. Por otro lado, sus padres, aquejados de un terrible hastío vital, tienen personalidades e intereses distintos, aunque coinciden en algo: imaginan y sueñan con la riqueza. ¿Quién no lo ha hecho alguna vez?

Solo hay una cosa que lleva a Keetje directamente hacia su infancia: el sabor del queso holandés. Este es, probablemente, el único recuerdo agradable que guarda en su memoria infantil. El resto es miseria. Ella y su familia viajaron primero hacia Ámsterdam en busca de una vida mejor y un tiempo más tarde, a Bélgica. No encontró su lugar en ninguna parte, y tampoco la recibieron bien allí adonde iba.

Días de hambre y miseria es un recorrido, a través de capítulos muy cortos que son como píldoras narrativas, por la memoria personal y familiar de Keetje. Ella describe la humillación que recibían por ser pobres y cómo sobrevivían en un mundo que no paraba de castigarles con la pobreza más atroz. La novela tiene numerosas escenas desmoralizadoras. Por ejemplo, cuando reciben sopa de beneficencia y la vierten en el único cubo que tienen y que usan para todo.

Esta novela se diferencia de otras historias duras porque la miseria que viven la protagonista y su familia es inabordable y no da respiro en ningún momento. Entre éxodos y desahucios, sin nada que comer y, por supuesto, nada con lo que entretenerse o tener un momento de ocio, Keetje sobrevive, no se resigna a la pobreza e intenta evitarla trabajando desde pequeña.

Se trata de una historia que despierta la furia del lector por las injusticias que se cometen de forma continuada contra Keetje y su familia. Más aún, viendo cómo la protagonista intenta resarcirse de su miseria, como deberían hacer su padre ausente o su madre apática, para sacar a sus hermanos adelante. Pero acaba exhausta y sin obtener ningún resultado. Aunque pasa hambre, Keetje mantiene su dignidad, puesto que no acepta humillaciones ni los restos de comida de otros aunque la falta de alimento haga que se desfallezca.

Doff introduce a través de estas páginas una crítica social y a la insolidaridad, mientras ensalza el personaje de Keetje, resistente ante numerosos tormentos. Con solo nueve años, la pobreza le hizo entender que su familia y ella eran de segunda clase y que merecían menos:  «Desde ese día […] me persuadí a mí misma de que los ricos estaban hechos de una materia más valiosa que nosotros, los pobres». La vida despliega un amplio abanico de golpes, pero Keetje se mantiene en pie, aunque solo pueda recurrir al sueño para olvidar el hambre que la devora por dentro.

Las comparaciones son odiosas o… si te gustó este te gustará aquel (siempre salvando las distancias): Aunque esta historia de miseria no está situada, aparentemente, en ningún periodo de guerras, me ha recordado a un libro que estaba leyendo de forma paralela a este: En nombre de todos los míos, de Martin Gray (en resumen, va sobre el Holocausto y la supervivencia). Es por esto último, la supervivencia, lo que me ha hecho unir ambas historias, protagonizadas por dos jóvenes que luchan como líderes de sus familias, cuando debería no corresponderles a ellos dichas tareas, para llevar alimentos a casa.

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