Autor/a extranjero/a · Ensayo

El fin de los libros, de Octave Uzanne

El fin de los libros (Gadir, 2010), de Octave Uzanne y traducido por Elisabeth Falomir Archambault.

[…] el libro impreso va a desaparecer. ¿No sentís ya que sus excesos lo condenan? ¡Morirán con nosotros los libros!

Octave Uzanne, El fin de los libros.

El fin de los libros (Gadir, 2010), de Octave Uzanne y traducido por Elisabeth Falomir Archambault, es un libro que me sobresaltó cuando lo vi. Tuve que mirar dos veces en su dirección para poder apreciarlo, porque es tan breve que es casi inapreciable (lo pongo de perfil en mi estantería y lo pierdo de vista enseguida).

Cuando compro un libro, contra lo establecido, no miro cuántas páginas tiene. Por eso luego me pillan por sorpresa cosas como esta, porque yo me esperaba un ensayo denso, un libro gordinflón que relegar en mi estantería de «libros pendientes por leer» hasta que me salieran canas, pero no, es un libro tan delgaducho que está en los huesos, un libro de peso pluma que pensé devorar en un instante.

No sé quién define a este libro en su contraportada como un libro ‘catastrofista’ donde Uzanne dijo, allá por 1894 (primera fecha de publicación de este libro), que los libros en papel desaparecerían en el siglo XXI, al igual que la comida, ya que los nutrientes se obtendrían en «cómodas píldoras». Por suerte, el libro no ha desaparecido tal y como él predijo.

Sí es verdad que Uzanne pinta muy de negro el futuro del libro, pero tampoco me parece ‘catastrofista’, quizás por el tono de voz (en este caso de escritura) que emplea, sosegada, típico de los aristocráticos de la época que llevaban sombreros de copa y levita y que se daban aires de pedantes mientras se sobaban el bigote perfectamente peinado frente a una botella del mejor whisky inglés.

Puede parecer un estereotipo, lo siento, pero Uzanne tiene pinta de cumplir con esa descripción a rajatabla. Uzanne, atención, auguró que los libros, para nuestro siglo, habrían sido sustituidos por los fonógrafos (!). Es decir, que los libros hoy en día deberían haber desaparecido en favor de lo que hoy sería Storytel. Uzanne, con mucha razón en esta ocasión, asegura que la gente busca la comodidad y que rechaza abrir esos periódicos asabanados llenos de letras de arriba abajo o pasar las páginas del libro.

Sin embargo, querido Uzanne, siento decirte que el libro no solo no ha desaparecido, sino que todavía le queda mucha guerra por dar a las nuevas tecnologías. Del periódico en papel mejor no hablemos porque puede que ahí sí tengas razón, pero los libros en papel no parece que vayan a desaparecer repentinamente por la aparición de un aparato novedoso que los sustituya.

Espero que nunca tengas razón, Uzanne. Qué mala manera de conocernos hemos tenido, así, yo discrepando y discutiéndote y tú enterrado desde hace casi noventa años sin poder replicarme. El fin de los libros está lejos, y gente como yo lo intentará alargar mientras pueda.

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