Autor/a extranjero/a · Narrativa

La hojarasca, de Gabriel García Márquez

La hojarasca (Círculo de Lectores, 1983), de Gabriel García Márquez.

Una historia, unos personajes y, en definitiva, un libro escrito con una pluma digna de un Nobel de Literatura.

La hojarasca (Círculo de Lectores, 1983), de Gabriel García Márquez, es un libro magnífico de un autor magnifiquérrimo (palabra bonita y curiosa de dudosa existencia que leí hace unos meses). Es una edición antigua porque la cogí de la biblioteca de mis progenitores. Para qué me voy a comprar una actual teniendo esa maravilla donde amarillean las páginas y la antigüedad habla por sí sola. Es un año posterior al Premio Nobel que le dieron y eso me gusta.

En este blog suelo abordar reseñas de libros relativamente actuales, exceptuando casos como los libros de Friedrich Nietzsche y alguno más como este. Con esto no pretendo abrir las puertas de la literatura contemporánea más actual, sino que es la que más se suele anunciar (porque son libros que acaban de salir y se tienen que vender) y algunos me gustan y otros no, pero los veo. Libros como La hojarasca, sin embargo, no se publicitan ni la mitad que los actuales. A Gabo se le conoce por Crónica de una muerte anunciada (un libro mágico) y Cien años de soledad, pero hay que ir un poco más allá de la literatura comercial para ver que tiene muchas otras obras sobresalientes, como esta misma.

Esta es la historia de una muerte (un ahorcamiento), la del doctor de Macondo. Una década antes de su muerte, el doctor se negó a curar a dos heridos (además, siempre miraba a las mujeres «con ojos lascivos de perro») y, desde entonces, todo el pueblo lo detesta, por eso a su entierro solo asiste el coronel, su hija Chabela (Isabel) y su nieto. Estos tres personajes nos irán contando cómo ven al muerto y su casa, cómo era su historia y la de su mujer india, Meme, cómo llegó al pueblo hace veinticinco años y cómo serán detestados por los ciudadanos del pueblecito después de ir al entierro del doctor, de ese ser tan aborrecido por el resto de los habitantes. El niño de la historia ve por primera vez el cadáver del doctor. Eso es nuevo para el niño. Pero no lo que no es nuevo para él es ver un muerto que todas las noches se sienta en una silla abandonada en una habitación de su casa donde su abuelo «pone a secar sus zapatos».

En la obra abundan las referencias a flores, olores de todo tipo, a la muerte, al mundo rural, al calor sofocante del mes de septiembre en Macondo. Y «la hojarasca» es una metáfora que viene a significar, según he podido interpretar, el paso del tiempo, el cambio, las cosas nuevas que llegan, el viento nuevo que se lleva las hojas caídas, la renovación. Esto también se dice cuando en la historia se narra cómo el doctor Buendía era el único del pueblo hasta que llegó la compañía bananera y, con ella, llegaron más médicos para atender a los trabajadores de la misma. La compañía bananera también trajo más movimiento al pueblo, más trabajo a sus habitantes, más alegría, más dinero. El viento nuevo llamado compañía bananera barrió las hojas caídas del pueblo cansada y silencioso al que hasta entonces solo le quedaba aguantar el calor entre paredes de cal y jazmines.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s