Manifiesto por la lectura. Caligrafías del cuidado (Siruela, 2020), de Irene Vallejo.

El Día del Libro de 2021, a falta de Feria del Libro, se leyó en Málaga, y no sé si en alguna otra ciudad de España, el Manifiesto por la lectura. Caligrafías del cuidado (Siruela, 2020). La Federación de Gremios de Editores de España encargó a Irene Vallejo (Zaragoza, 1979) la redacción de un manifiesto que sirviera de pilar y punto de partida para el Pacto de Estado por la lectura y el libro. La ganadora del Premio Nacional de Ensayo en 2020 con El infinito en un junco aceptó el desafío y dejó un librito que concentra, en apenas un puñado de páginas, las mejores imágenes de lo que ha sido y es la lectura.

Precedido por una introducción escueta y elegante de Miguel Barrero, presidente de la Federación de Gremios de Editores de España, este manifiesto está dividido en once capítulos. Es un homenaje a la lectura y a su fomento cuando más reconocimiento necesitan aquellas personas e instituciones que la producen y difunden para que sigan llegándonos el fuego de la sabiduría, la diversión y la emoción.

«Somos seres entretejidos de relatos», dice Vallejo. La lectura se propaga cual virus en librerías, bibliotecas, clubes de lecturas y escuelas. También en las casas, entre los convivientes. Pasa de padres a hijos y a veces también al revés. Conseguir que los ciudadanos tengan la lectura como un hábito en su vida es muy difícil. Sin embargo, el Pacto de Estado, a través por ejemplo de este texto de Vallejo, propone hacer de los libros no una obligación, como muchas veces se entiende desde la escuela, sino como un entretenimiento.

Todo comenzó con personajes como Scheherezade, contadora de historias. Vallejo comienza hablando de ella, y también de esa chiquilla del Mío Cid de la que Manuel Machado habla en un poema y que salva a un pueblo con la belleza de sus palabras. Cuando alguien cuenta historias, la gente se arremolina a su alrededor para escucharlas, para conocerlas, para ser menos ignorantes, para estar entretenidos o para conocer más allá de lo que nuestra vida, nuestro entorno o nuestras circunstancias nos permiten conocer desde que nacemos hasta que morimos.

Cuando Ana María Matute recibió el Premio Cervantes, dijo: «La literatura ha sido, y es, el faro salvador de muchas de mis tormentas». Somos muchos los lectores que, como Matute, hemos encontrado el salvavidas en el mar de la vida (valle de lágrimas para los católicos) en la cultura, concretamente en los libros. Los relatos nos ayudan a sobrevivir, dice Vallejo en referencia a los clásicos, como salvó a Scheherezade. La autora aragonesa salta de obra en obra o de autor en autor para exponer un cuadro breve y general de la historia mundial de la literatura. Por estas páginas se pasean míticos personajes literarios españoles como Don Quijote, el Lazarillo de Tormes, el Conde Lucanor y el Cid.

Vallejo dice que somos una especie frágil, pero somos la única con la capacidad de imaginar, y eso nos sirve para crear algo en nuestra mente y luego pasarlo al mundo real. Sin ella, muchos inventos no habrían podido llevarse a cabo. ¿Qué sería de nosotros sin la imaginación? Seguiríamos a cuatro patas y en las cuevas.

La imaginación, articulada con el lenguaje, nos permite contar historias tanto oralmente como por escrito. Nos permite conocer a otros, meternos en su piel e imaginar nuevos mundos diferentes al que conocemos. Escribir de lo que se conoce está bien, pero escribir sobre lo que no se conoce o no existe es mejor. ¿Te imaginas que no supiéramos de la existencia de Narnia, Macondo o Comala? Nos permite desarrollar los ojos interiores y ver en nuestro interior no solo hacia fuera, sino también crear imágenes por nosotros mismos sin que nos las den ya masticadas como otro noble arte, que es el cine, que tiene numerosas ventajas sobre la literatura pero que en este caso sí lo hace.

Además, ni siquiera cuando leemos en la soledad de nuestra habitación lo hacemos solos, pues tú, como lector, estás acompañado mientras lees por el autor que ha escrito la obra y cuya imprenta personal está en cada palabra. Por tanto, es como si estuviera leyéndote él, atento a tu mirada mientras le escuchas, o incluso leyéndolo contigo. Luego están los personajes, que también te acompañan. Y el gusto es aún mayor si después de leerlo tienes la suerte de poder compartir tus impresiones con tu pareja, con un amigo, en un club de lectura, contactando con el autor o haciendo una reseña y dejando que la lea quien quiera.

Según un estudio que Vallejo cita, leer sobre todo narrativa te hace una persona más empática. Leer no nos hace mejores personas, ni mucho menos, pero sí nos permite diferenciarnos, ser más empáticos, tener una mente más ágil, más creatividad y capacidad imaginativa, aprender más y por tanto ser menos ignorantes o al contrario, ser conscientes de que jamás vamos a poder deshacernos de nuestra ignorancia porque hay muchas cosas por aprender y en nuestra vida nos va a dar tiempo a aprender apenas una ínfima parte de ellas.

Además, leer nos ayuda a escribir y a expresarnos mejor. Pero leer con conciencia de lo que estamos leyendo, con comprensión lectora. Este es un tema fundamental que se debate en las escuelas en los últimos años, pues se dice que los jóvenes (así, en general, porque a muchos les gusta englobar a todos los jóvenes cuando se trata de algo malo) terminan el instituto suspendiendo en comprensión lectora. Es una asignatura pendiente imprescindible para el día a día, y si no entendemos lo que leemos, es como si no supiéramos leer. Peor, porque si no sabes leer no te enfrentas a un texto, pero si sabes y no lo entiendes has perdido tu tiempo.

Hay una reseña en Goodreads que se queja de que en este manifiesto se dicen cosas ya sabidas y que por tanto es más un objeto de adorno que un libro en sí. Aunque es cierto, creo que Vallejo concentra muy bien esas cosas ya sabidas y otras que yo al menos no sabía tanto. Además, salidas de la pluma de la autora aragonesa, es más bello. Ella también ensalza el libro como máquina del tiempo, como objeto capaz de transportarte en tiempo y espacio, de presentarte a personas y lugares que solo existirán ahí y que no podrás encontrar en ninguna otra parte.

La palabra «página» comparte etimología con «paz», y tanto la paz está amenazada por la guerra como las páginas de los libros, y los libros en general, están amenazados no solo por catástrofes naturales, sino también por saqueos, prohibiciones y persecuciones por pensamientos dogmáticos y totalitarios. Además de estos peligros hay otros, como la apatía por mantener viva la llama de la lectura desde las generaciones más jóvenes para que esta prosiga. Ese es precisamente el objetivo de este manifiesto: que se lea mucho, aunque para ello haya que reestructurar cómo se orienta el fomento de la lectura en las aulas o en nuestra sociedad.

Las comparaciones son odiosas o… si te gustó este te gustará aquel (siempre salvando las distancias): Este libro me ha recordado a alguno que también habla sobre la lectura, pero solo por ello, no porque se acerquen en cuanto al enfoque, así que no voy a citar ninguno porque no sería justo.


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