Ay, Isabel. Diario mortal de Carlos de Habsburgo (Editorial Quaestio, 2020), de Carlos Ignacio Pareja González.
*Esta reseña la publiqué en Nostromo Magazine junto a la de los otros dos libros del autor (Cimientos de papel y Ruedas de oro)
En Cuacos de Yuste, en 1558, Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico pasa sus últimos días en el monasterio de Yuste. Allí, habla sobre su vida a personas de confianza (su secretario Martín de Gaztelu y Fray Juan de Reglá) para que estos transcriban sus memorias. Les cuenta confesiones amorosas, secretos, traiciones. No evita hablar de sus debilidades ni de sus preocupaciones futuras con respecto a su hijo Felipe, que a la postre sería Felipe II. Es un hombre enfrentado a sí mismo, a su pasado y a su legado.
Con el ocaso del gran emperador como punto de partida, Carlos Ignacio Pareja González (Madrid, 1957) mezcla realidad y ficción y construye una obra que intenta emular el testimonio vital de Carlos I. Esta obra se presenta como resultado de un legajo sobre Carlos I que el autor adquirió en una librería de viejo de Madrid. Estamos por tanto ante una obra, al menos, sorprendente y que despierta gran curiosidad por las trazas que pueda contener de valor histórico y documental.
Ay, Isabel: Diario mortal de Carlos Habsburgo (Editorial Quaestio, 2020), con prólogo de María Bueno Martínez, nos habla, así, de un Carlos I humano, vulnerable a los recuerdos y a la melancolía y aquejado de dolores que lo consumen con el paso de los días.
Carlos I reflexiona en las páginas de esta novela sobre su vida y el trabajo que ha desempeñado como gobernante una vez que se ha retirado en Yuste. Se casó con Isabel de Portugal, un gran amor que rememora y añora, tal y como refleja el título de esta novela. De su matrimonio nació el heredero de la corona: Felipe II. Carlos aspiraba, si no a que su hijo gobernara Europa con éxito, al menos sí que en el continente hubiera paz y armonía entre los pueblos que lo componían. Pero, pensaba, ningún gobernante sería capaz de lograr el mando único sobre todos los países del viejo continente.
Carlos I añora a su esposa, a la que tanto amaba y que falleció demasiado joven, ya que solo compartieron trece años de matrimonio, constantemente interrumpidos por las responsabilidades del poder. Además, se fustiga y entona el mea culpa por la reclusión, durante más de cuarenta y cinco años, de su madre en Tordesillas.
Entre los temas históricos que Carlos I menciona y sobre los que opina están el Concilio de Trento, la lucha contra el luteranismo, la abdicación en su hijo Felipe o la guerra contra el «turco». Sobre estos temas, Carlos I tiene opiniones interesantes que lo posicionan como un gobernante benevolente, pacífico y sensible. Opina, por ejemplo, que los musulmanes son sus iguales, y que rezan al mismo Dios de distinto nombre, algo destacable teniendo en cuenta la cruenta rivalidad del país que reinaba con los recién expulsados musulmanes de la península.
También habla sobre el menor de sus hijos, Juan de Austria, al cual no tuvo con su esposa Isabel, y en el que deposita mucha fe y confianza ahora que sus otros hijos son mayores y teme que las personas que los aconsejan les hagan perderse. Además, Carlos I y su hijo Felipe discrepan en muchas cosas: Carlos creía en un Dios flexible y que la Alhambra era un monumento bello; Felipe, en cambio, que Dios era un ser estricto y que la Alhambra era una afrenta al cristianismo.
Carlos asegura que su peor enemigo era él mismo. Concretamente, sus dos personalidades, sus dos mandos enfrentados: el de Carlos I y el de Carlos V. Rechaza la Inquisición y los dogmas más rígidos y antiguos del cristianismo, y critica que su hijo los abrace y los quiera volver a instaurar.
El autor nos muestra aquí una imagen arrepentida de Carlos I. Las frases largas de la narración se ajustan al estilo de la época, y al tratarse de un testimonio confesional (no escrito, pero sí dictado por Carlos I) está en primera persona. Cuando se comienza esta novela, ya se conoce el final (la muerte de Carlos I), ya que el interés de la novela es otro (sus memorias, opiniones y críticas sobre diversos temas), pero en las últimas páginas encierra una trama de misterio sobre su testamento. Se trata, en definitiva, de una historia conmovedora y una visión renovada de Carlos I.
Las comparaciones son odiosas o… si te gustó este te gustará aquel (siempre salvando las distancias): Me gustaría leer más novelas históricas de las que leo. Como leo tan pocas, prácticamente ninguna, no recuerdo ninguna con la que pudiera enlazar esta.

