Todas las almas (Alfaguara), de Javier Marías.

Premio Ciudad de Barcelona en 1989, Todas las almas (Alfaguara), de Javier Marías, es una novela que enlaza con la vida del autor. Marías fue profesor en Oxford durante varios años, igual que el protagonista de la historia, estableciéndose así una relación directa.

Narrada en primera persona, esta novela es una declaración de intenciones desde la primera página, porque detecto un intento del autor de engarzar su experiencia personal con la del libro, modificándola y haciéndola pasar por ficción.

En ella encontramos a un profesor que se mueve por un Oxford lluvioso entre libros y con algún episodio amoroso donde intercalan diálogos verosímiles con un lenguaje formal —como corresponde a alguien de la posición y formación del protagonista—, pero que incluye alguna palabra vulgar. Igualmente, la narración tiene un registro formal, aunque sin llegar a ser culto. Entre frases demasiados largas y algunas subordinadas, el protagonista lleva al lector a su terreno, vemos todo desde su óptica.

Al principio la narración es más lenta porque el protagonista se dedica a contextualizar un poco y después de las primeras cincuenta páginas el ritmo aumenta ligeramente, mezclando escenas de humor, la rutina del protagonista, así como sus escarceos con Clare y su amistad con algún profesor.

Así, nos guiará por caminos húmedos donde el protagonista nos hablará de sí mismo y de la vida en general mientras reflexiona en torno a un cubo de basura. A través de su vagabundeo por Oxford —esa ciudad conservada en almíbar según uno de los personajes—, la universidad y las librerías de viejo, también viajaremos al futuro, donde el profesor está en Madrid con su familia.

Aunque Marías tiene otras obras más conocidas como Mañana en la batalla piensa en mí, Los enamoramientos o Corazón tan blanco, en esta novela se transmite su figura y se deja palpar la huella vaporosa de un pasado que se hunde en la ficción y se confunde en sus márgenes.

En el discurrir de la vida, la muerte y, en definitiva, el paso del tiempo, Marías dibuja con trazos que le son familiares una ciudad y un personaje a través de los cuales el lector observará la actitud, la personalidad y los pensamientos que entre ellos fluyen.


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