Homero, Ilíada (Anagrama, 2015), de Alessandro Baricco y traducido por Xavier González Rovira.

Los aqueos atacan de nuevo. Esta vez desde la perspectiva del siglo XXI de Alessandro Baricco (Turín, 1958). El autor italiano, uno de mis escritores favoritos, ha revisitado el famoso mito griego de la guerra de Troya en su novela Homero, Ilíada (Anagrama, 2015, traducido al español por Xavier González Rovira).

Esta obra es la historia de la Ilíada homérica, solo que reestructurada y modificada por Baricco. Este libro nació con la intención del autor italiano de leer la Ilíada públicamente. Al ser una empresa compleja por su extensión, decidió adaptarla en un texto más accesible y considerablemente más breve. Eliminó las escenas donde aparecen los dioses y otras igualmente prescindibles, quedándose solo con los actos esenciales del transcurso de la guerra —todos estos cambios los expone el propio autor en una especie de prólogo—. Además, aquí no hay un narrador en tercera persona, puesto que cada personaje habla en su nombre.

Finalmente, este texto se leyó públicamente en Roma y en Turín en 2004. A estas lecturas conjuntas acudió la friolera de diez mil personas. Además, la asistencia era previo pago, lo que conlleva más mérito por parte de la organización de esos eventos. Pagar por escuchar a un hombre leer un libro, qué locura. Pero claro, el hombre era Alessandro Baricco y el libro, nada menos que la Ilíada, aunque un poco reelaborada.

Baricco reescribe aquí la Ilíada a través de veintiún voces que narran la caída de Troya. Los que hablan, por supuesto, son los mismos personajes que aparecen en la Ilíada original: Agamenón, Aquiles, Patroclo, Néstor, por nombrar algunos. Y también otros menos célebres —pero también determinantes— como Criseida, Tersites e incluso un río.

Personalmente, me gustan las reelaboraciones literarias de mitos griegos. Ahí está Gustavo Martín Garzo, que tiene alguna novela sobre el mito del Minotauro —en sus novelas en general hay mucha mitología—, o Margaret Atwood con su obra Penélope y las doce criadas, una perspectiva nueva del mito de la Odisea que recomiendo encarecidamente. Yo, que soy «team aqueos», he sufrido bastante leyendo el desarrollo de la contienda y los momentos en que Héctor y los suyos aplastaban a los de Agamenón, aunque ya había leído la Ilíada original y conocía el final.

Sobre la historia de la novela hay poco que contar, puesto que la mayoría de la gente conoce lo que ocurre en la Ilíada, pero sí cabe entrar en los detalles técnicos y, sobre todo, en el mensaje. Baricco no deja escapar esta ocasión para lanzar un mensaje pacifista a través de la voz de sus personajes. Hay un mensaje contrario a las guerras, y más aún si estas las libran personas inocentes de a pie por capricho de otros que las observan desde la barrera en sus mullidos sillones.

Este no es el caso de la Ilíada, puesto que el conflicto real se produjo entre Menelao y Paris por Helena. Menelao luchó en el campo de batalla, y Paris lo intentó, sin éxito, porque su cobardía le cegaba de miedo. Además, al final Baricco dice en una apostilla que la obra está de actualidad por las guerras, las traiciones, las decapitaciones y las violaciones que, en el momento de la publicación del libro, ensombrecían el mundo —se publicó originalmente en 2004—. La narración es igual que la de la Ilíada original, pero más ágil debido a que ha suprimido lo dicho anteriormente, además de haber adaptado un poco el lenguaje barroco de Homero. Por suerte, no pierde la épica ni el interés en ningún momento.

En segundo de bachillerato, mi profesor de latín y griego —un saludo, Eduardo— puso como actividad opcional para subir nota la lectura de la Eneida, de Virgilio. Al ser una obra compleja y extensa para jóvenes de diecisiete o dieciocho años, dio una alternativa: leerse una adaptación juvenil de la Eneida En busca de una patria, de Penelope Lively—. Yo me leí esta adaptación, igual que el resto: nadie se atrevió con la Eneida. También leí entonces la Ilíada, de Homero, para subir nota.

Con esto vengo a decir que debería darse la posibilidad en los institutos de leerse este texto de Baricco en lugar de la Ilíada real. Para jóvenes con poco o nulo estímulo por la lectura, aquella historia más ágil y breve quizá resulta más apropiada que esta. Sé que la mejor opción es leerse la Ilíada original del propio Homero y que el resto es solo barbarie. Pero creo que, ante una juventud que lee poco, hay que ofrecer lecturas ágiles, atractivas, que no repelan con su lenguaje barroco y que conserven un hálito clásico, pero desasidas de su tedio y verborrea.

En definitiva, en 2023 la cosa no es perfecta y, aunque no hay guerra física cruenta a nuestro alrededor, sigue habiendo un conflicto mayúsculo en la humanidad. Baricco aquí destaca el amor a la paz del texto griego original. Lo escribieron los vencedores, que son los aqueos para quien lo desconozca —lo siento por el spoiler, haber leído la obra que es un clásico—, pero los troyanos tienen una gran presencia y, además, una presencia valiente y gloriosa en la historia. El escritor italiano aprovecha y hace un canto pacifista. Cuando encontremos belleza en algo, dejaremos de buscarla en la guerra. Hay otros modos de hacer circular el dinero y el poder sin usar la violencia, o eso quiero creer.


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