Lazarillo de Tormes (Taurus, 1985), de Anónimo.
Qué poco valoramos nuestras obras clásicas.
Lazarillo de Tormes (Taurus, 1985), sin autor conocido, pero con una edición de Carmen Castro, es un libro, en mi opinión, infravalorado. No porque se desconozca su existencia, sino porque no se lee. Muchos saben que este libro existe, sí, ¿pero cuántos lo han leído? Pues eso.
Igualmente, mucha gente sabe su argumento más o menos, de un mozuelo pícaro que pasa de amo en amo, y ya está. Pero leyéndolo me he dado cuenta de que alberga mucho poder en su interior que no se cuenta. Y es que, al fin y al cabo, es un libro, y también necesita ser leído, no solo pasar de boca en boca y ser ignorado. En él encontramos una introducción que nos desmiente que esta novela sea realmente picaresca y, su protagonista, un pícaro. Su autoría se discutía cuando se editó el libro entre Fray Juan de Ortega (se atribuía sobre todo éste) y Diego Hurtado de Mendoza. Sin embargo, hace unos cuantos años, cuando estaba en el instituto, me dijeron que se sabía casi con certeza (quizá no era verdad) que su autor había sido el segundo. Cabe destacar que esta edición, sacada de la biblioteca de mis padres por supuesto, no es la única que tengo, pues resulta que tengo otra edición exactamente igual. No sé de dónde salió la otra, pero es una hermana gemela de esta.
En definitiva, en la novela, el Lazarillo se va primero con un amo ciego, quien lo recoge en Salamanca y se marcha con él. El Lazarillo, huérfano de padre, se ve obligado a desarrollar una astucia extraordinaria para conseguir alimentarse pese a la miserable cantidad de comida que le ofrece el ciego (y para beberse su vino, por supuesto). Planea varias maneras y consigue mantenerlas hasta que el ciego lo descubre y vuelve a pensar en una nueva. Sin embargo, un día se cansó de estar con el ciego y provocó que éste se diera un golpe, dejándolo medio muerto y echando a correr lejos de allí. Su segundo amo fue un clérigo, aún más tacaño que el ciego, que solo le daba los huesos bien roídos y le decía que ahí tenía comida hasta hartarse. Muy cachondo el clérigo, sí señor. El Lazarillo describe al clérigo como egoísta y mezquino, y hace una crítica anticlerical por la hipocresía de éste al decir que los sacerdotes deben comer poco mientras él se hincha de comer y no le deja nada al pobre Lazarillo. Éste, por su parte, empieza a buscarse la vida robándole bollos de pan al clérigo y diciendo que son los ratones que entran por los agujeros. Cuando el clérigo tapa los boquetes, el Lazarillo hace boquetes nuevos, hasta que un día lo pilla y se marcha al encuentro de su tercer amo, un escudero.
A estas alturas, el Lazarillo llegó a desear la muerte por el hambre que pasaba y se maldijo de la mala suerte de que sus amos tomaran «la medicina del hambre». El libro está lleno de humor e ironía. Me sorprenden algunos pasajes por su sarcasmo y su aventurada crítica que hace reír. De hecho, en la introducción del libros se dice: «En verdad, poca ciencia se requiere para leer el Lazarillo; más falta hace sentir aprecio por las cosas bien hechas, y tener vivo el sentido del humor». Al final, el escudero lo abandona y el Lazarillo se ve abocado a servir a un fraile, con el que apenas dura, así que prosigue su camino hasta que da con un buldero.
El Lazarillo, que no para de referirse a nosotros como Vuesa o Vuestra Merced (V. M.) se va con un capellán y, al final del libro, con un alguacil, con quien estuvo varios años y al que dejó cuando consiguió reunir unos cuantos maravedíes. Así, nos cuenta el Lazarillo que está casado con una mujer que sirve a su amo y que, pese a las habladurías, es fiel y buena. Mientras escribe esto, el Lazarillo nos cuenta que es pregonero, y que un día vio cómo ajusticiaban en la horca al ciego que una vez fue su amo y sin el cual él no estaría allí.
Por tanto, nos encontramos que, al final del libro, el círculo se cierra y el Lazarillo se reconcilia de algún modo con el pasado y consigo mismo. Tras una vida de penurias, hambre y miseria, el Lazarillo parece haber sosegado su existir junto a una buena mujer. No puedo evitar que este libro en su conjunto (y las últimas frases del mismo) me conmuevan un poco, me hagan imaginarme a alguien del siglo XVI escribiendo tal obra de arte. No puedo más que sentirme orgulloso de que la historia de la literatura española tenga esta obra en su haber y poder haber disfrutado de ella cinco siglos después.
Yo lo leí cuando estaba estudiando en el bachillerato, y recuerdo que era una lectura obligatoria que compartían todos los institutos de la ciudad, y me imagino que ocurriría lo mismo en el resto de Galicia, pero desconozco ese dato. Otra cosa que recuerdo es que mi profesor de Lengua y literatura, nos explicó que la mayoría de las obras, de aquella época, publicadas bajo el amparo del anonimato correspondían a obras creadas por mujeres. Saludos y una entrada muy interesante!
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Mmm… es verdad, nunca pensé en la posibilidad de que la hubiera escrito una mujer. Desde luego, sería todo un hito. Ojalá se tuvieran los medios necesarios para conocer su autoría.
¡Gracias a ti por comentar, me alegro de que te haya gustado!
Un saludo 🙂
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¡Hola! Yo leí el lazarillo hace muchos años, la trama que comentas en casi como la recuerdo menos el final… No recordaba que se reencontrara con el ciego y me había quedado la impresión de que la mujer era abiertamente infiel pero él protagonista lo había aceptado porque tenía un trato con el amante de ella. Me estaré confundiendo con otro libro supongo…
Interesante reseña 🙂 me hizo recordar un libro que si bien no esta entre mis favoritos, en su momento me sorprendió gratamente por su humor negro y su critica social. ¡Saludos!
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Quizás cambia un poco la historia entre la versión que tú leíste y la de este libro, no sé… Ahora me has dejado con la intriga de saber cuál es ese libro de «humor negro y crítica social» al que te ha recordado este, jeje.
¡Me alegro de que te haya gustado esta reseña y gracias por comentar!
Saludos 🙂
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