Pablo Bujalance: «El tiempo es un depósito de experiencias de lo que fuimos, somos y seremos»

El escritor y periodista publica un libro que aúna poemas, ensayo y ficción

Es difícil estar a la altura de una entrevista cuando el entrevistado es Pablo Bujalance (Málaga, 1976), periodista cultural y crítico teatral del diario Málaga Hoy. El pasado mes de marzo ganó el III Torneo de Dramaturgia de Andalucía con Medea en Beirut y también sacó nuevo libro.

Acaba de publicar Los relojes de río (Ediciones En Huida, 2021), un libro que mezcla poemas prosificados con otros versificados en verso libre y con ensayo y ficción. Con prólogo de Mario Álvarez Porro, los textos que reúne este libro van desde la filosofía y la metafísica hasta la mitología, la ciencia y la memoria.

Por estas páginas pasean Kafka, Whitman, Dickinson y Bradbury de manera explícita, pero también otros como Machado o Borges de forma implícita. El paso del tiempo y la cualidad de unicidad de los individuos se proyecta en unos poemas en los que se confunden el pasado, el presente y el futuro.

Este, reconoce Bujalance, es el primer libro donde reúne únicamente poemas propios. Aquí, «río» y «reloj», dos términos relacionados con los trayectos y el transcurrir, copan cada verso.

El autor, que viaja en el tiempo, también dedica poemas a su padre y a su hija, haciendo que los ríos familiares transcurran paralelos a los ríos de la poesía hasta que ambos confluyen, puntuales como relojes, en la palabra.

Los textos —me resisto a decir poemas— de Los relojes de río hablan del tiempo físico y de la ciencia, y tienen la esencia del paso del tiempo como el poema machadiano A un olmo seco.

«Antes que el río hacia la mar te empuje», le escribe el poeta sevillano al olmo envejecido, aunando tiempo y agua, reloj y río, en un mismo verso.

«Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar», escribió Jorge Manrique. Los mismos ríos en los que se bañaba Heráclito —y, con él, la humanidad entera— y de los que salía como un hombre distinto al que se había sumergido unos segundos antes.

Igual que Heráclito sueña con la luz, Bujalance lo hace con el tiempo. Y es que el hombre es en el tiempo como la Tierra en palabras de Carl Sagan: un punto azul pálido.

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